EDITORIAL

Libre y elocuente expresión cívica

Con absoluta sinceridad, convicción y conocimiento de causa, vecinos quetzaltecos de diversas condiciones, profesiones y estratos sociales se expresaron durante el primer espacio Cabildo Libre, de Prensa Libre y Guatevisión. Todos coincidieron en la exigencia de seriedad a los políticos en cuanto a sus propuestas de cara a la elección de presidente, alcaldes y diputados.

En un ejercicio de total libertad de expresión, facilitado a través de todas nuestras plataformas, los ciudadanos manifestaron su descontento con diversas medidas de la administración local, su desencanto por la falta de renovación en los discursos políticos y un fuerte espíritu crítico a la espera de escuchar planes concretos, integrales e incluyentes.

El Cabildo Abierto nació como parte de nuestro compromiso de servicio a los guatemaltecos, reflejado a través de la amplia cobertura aglutinada bajo el concepto Decisión Libre, que se renueva y evoluciona con cada proceso electoral, siempre con el afán de proveer información detallada y veraz sobre los problemas que aquejan a las comunidades, así como constituir un foro imparcial para dar a conocer las opciones políticas en contienda y sus aspirantes, con la finalidad de proveer análisis, cotejo y verificación de datos para permitir al ciudadano tener elementos de juicio con los cuales decidir su voto.

La expresión cabildo proviene de un vocablo del latín que alude a una reunión durante la cual se toman decisiones que atañen a un colectivo. Precisamente lo que se busca con este ejercicio itinerante en varias cabeceras departamentales es dar voz al ciudadano de a pie, sin distingo alguno de creencias, ideologías o religiones, porque los partidos políticos, que son los entes llamados por ley a ser interlocutores entre la ciudadanía y el Estado, prácticamente han abdicado de desarrollar esta función, debido a que se han convertido en vehículos electoreros y plataformas desechables creadas a conveniencia de caudillos o grupos.

La mejor evidencia de esta instrumentalización radica en la amplia dispersión de organizaciones, que apenas comenzaron con más fuerza las invitaciones a la afiliación y formación política. Si acaso hubiese algún partido que haya mantenido bases en los últimos tres años, tal diálogo no se ha reflejado en absoluto, pues tendría que haberse generado en una mayor y mejor producción legislativa, en medidas de gobierno que respondan a las ingentes necesidades de las diversas regiones del país.

De viva voz, los ciudadanos exigieron transparencia en el manejo de la red pública, demandaron planes con visión de largo plazo y exhortaron a los candidatos a rodearse de profesionales capaces, y no de arribistas o aprovechados, para poder así responder a los desafíos de un país que se enfrenta a un futuro incierto. Los guatemaltecos han sufrido suficientes desengaños, han atestiguado tantas promesas falaces y han oído tantas justificaciones repetitivas que los políticos deben empezar a reconocer que ningún partido puede arrogarse el poder absoluto, incluso si llega a ganar una elección; tampoco puede pretender que trazará nuevas perspectivas de país sin buscar acuerdos con otros sectores. Para lograrlo no hay que perderse en digresiones ideológicas o largos enunciados tecnócratas: solo basta saber escuchar con atención a la gente, hallar puntos comunes, necesidades concretas y actuar en consecuencia.

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