EDITORIAL

Niñez dicta lecciones

Estamos en una época de paradigmas transformados, en los cuales la misma educación unidireccional se ve cuestionada. Los saberes tradicionales son valiosos, pero también las experiencias y los puntos de vista vivenciales de quienes experimentan la vida desde otras ópticas. Aquel concepto de que solo tiene validez lo que los adultos “saben” quedó rebasado a luz de nuevos enfoques didácticos y cognitivos. Esto no quiere decir que el conocimiento concreto, demostrado y acumulado no tenga validez; por el contrario, es esta sabiduría la que debe transmitirse de una generación a otra, aunque sin cerrar la puerta a nuevos abordajes.

Estas reflexiones pueden ejemplificarse en la actitud valiente, decidida y optimista con la cual niños y jóvenes comienzan a recibir la vacuna contra el covid-19. Las aprensiones e incluso prejuicios que dificultaron la afluencia de grupos arriba de 40 años a los vacunatorios —además de la escasez inicial de dosis— se disipan en la generación que nació dentro del nuevo siglo y milenio.

No faltan casos en los cuales sí existía algún grado de temor a supuestos efectos repetidos en bulos y rumores infundados, los cuales llegaron muchas veces por medio de los propios padres o familiares que no estaban debidamente informados. Sin embargo, ante la evidencia estadística se despejan los mitos: millones de guatemaltecos participan ya del proceso de inmunización y no hay casos letales devenidos de la inoculación. Los efectos secundarios y su severidad varían, pero fuera de los síntomas usuales y temporales de fiebre, dolor de cabeza y alguna debilidad o somnolencia, no hay ningún otro efecto, excepto la protección ante el coronavirus.

Es justo por este razonamiento fundamentado en hechos, en evidencias y en datos que los líderes comunitarios, a todo nivel, deben evitar la difusión de teorías conspiracionistas, leyendas negras e incluso chantajes bajo premisas religiosas sin sustento. Por el contrario, si lo que se busca es el bienestar físico de los pobladores de un caserío, aldea, colonia o municipio, lo más aconsejable es vacunarse, pues el no hacerlo únicamente expone a la persona a un mayor riesgo de padecer el covid-19 de manera severa.

A lo largo de la historia existen múltiples ejemplos de cómo la niñez ha contribuido eficazmente al cambio de actitudes y prejuicios de los “adultos”. En épocas de epidemia de males como el cólera morbus, cuando se aconsejaba clorar el agua, también cundieron inventos perversos acerca de que el cloro era un “veneno”, algo totalmente descartado en el tiempo presente. Pero fueron los niños a quienes se recurrió, en las escuelas, para demostrar la veracidad del argumento a través de la simple práctica de tomar el agua saneada.

El Gobierno debe garantizar el acceso a la vacuna a todos los grupos de guatemaltecos, utilizando el tipo de fármaco más adecuado a la edad. No caben pretextos ni tratos estilo Sputnik que luego se conviertan en valladares y dificultades colaterales. La campaña para crear conciencia empezó tarde, pero a final de cuentas comenzó. La batalla contra el coronavirus aún no termina, pero la niñez ejemplifica que la mejor forma de vencerlo es mediante la prevención y la acción oportuna.

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