EDITORIAL

Oposición aún dista de dignificarse

Algo hay que dejar en claro, de entrada: cuando sectores políticos rivales, con planteamientos y posturas muy desiguales entre sí, dejan de lado sus diferencias y se concentran en sus puntos de coincidencia a favor del  bien de la ciudadanía, se producen demostraciones de fuerza y unidad con resultados sorprendentes: el rechazo al ambiguo estado de Calamidad anunciado por  el Ejecutivo el 13 de agosto y cuyos efectos comenzaron el 15, cuya discusión fue empujada por un oficioso fallo de la Corte de Constitucionalidad que amenazaba con consecuencias legales para los diputados que no acudieran a la cita para aprobar o improbar. 

Es posible que esta presión haya unificado temores o resquemores; es probable que la limitación de derechos como la libertad de expresión, contenida en el decreto de Calamidad, haya suscitado temores de abusos; también es factible que los incentivos para lograr apoyos no hayan sido suficientemente cautivantes para retener a los usuales aliados bisagra del pacto oficialista. El caso es que tales factores se conjugaron para lograr una votación de 103 votos para rechazar el nuevo estado de excepción propuesto bajo el argumento de frenar la pandemia. 

Quedaron al desnudo y en descampado los apoyos fieles de los diputados de la Unión del Cambio Nacional —que a estas alturas ya debería estar cancelado, si existiera un Tribunal Supremo Electoral efectivo, independiente y presidido por un auténtico doctor en Derecho—, de los diputados fieles a  Sandra Torres —vetada de toda actividad política por orden judicial— y de algunos cuantos congresistas asteroides que orbitan alrededor de conveniencias que solo desmienten los supuestos postulados de sus partidos. 

Sin embargo, también está por verse la coherencia con la cual se manejen en adelante los diputados de otras bancadas que por ahora presumen de fiscalizadores y de haber rechazado la Calamidad. Entre ellos hay algunos que votaron plegados al oficialismo en el aún reciente nombramiento de ciertos magistrados de la CC que aún tenían recursos pendientes por resolver, por citar un ejemplo. No es que se trate de hacer una oposición ciega e intransigente, pero sí de contrapropuestas fundamentadas e inteligentes. 

Se viene la discusión del Presupuesto General de Ingresos y Egresos 2022, año preelectoral, que puede resultar una tentación demasiado grande para ciertos legisladores, algunos de los cuales ya están en giras que parecen de campaña, en donde regalan artículos muy semejantes a los de campaña y aún así dicen no estar haciendo propaganda preelectoral. Tal discusión, sumada a la elección de directiva para el próximo año, será verdadero crisol en donde se evidenciarán las farsas, las poses o los chantajes. El talante demagógico y clientelar de ciertos representantes los llevará a sucumbir como moscas a la miel. Sus nombres se conocen, ya gozan de rechazo nacional e incluso internacional, y solo se confirmará que no son dignos de confianza. 

Es precisamente por ello que esta reflexión señala que la “oposición” dista mucho aún de dignificarse, debido a sus silencios, ausencias e incluso manos levantadas a favor de la alianza vamosista, que por ahora se encuentra perpleja ante su más pesada caída en 20 meses de gobierno. El mal manejo de la pandemia, sospechosa gestión de compra de vacunas y el fantasma de dimisiones de alto nivel en Salud solo les dejan el erario como moneda de cambio. 

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