EDITORIAL

Oriente Medio pone de nuevo en vilo al mundo

Como una siniestra conmemoración de la llamada Guerra del Yom Kippur —cuando varios países árabes se sumaron para atacar al Estado de Israel en octubre de 1973 y fueron derrotados—, el 6 de octubre último se produjo un masivo ataque con cohetes desde el territorio de la Franja de Gaza y una incursión en territorio israelí, perpetrados por la organización terrorista Hamás. Cientos de muertos y heridos de diversas nacionalidades, decenas de rehenes civiles en territorio palestino y una crisis logística para evacuar a miles de turistas atrapados entre dos fuegos constituyeron la escena inicial del horror actual de una zona de histórico conflicto.

La ofensiva israelí contra Hamás tampoco tiene precedentes, por su dimensión, violencia y número de efectivos involucrados, así como el moderno armamento desplegado. Lamentablemente, también quedan entre dos fuegos millones de árabes civiles que habitan en el cada vez más derruido territorio autónomo palestino. El extremismo de Hamás lo pagan hoy inocentes, puesto que su postura radical ha sido, es y será la de exterminar al Estado de Israel, algo que resulta inconcebible e inadmisible; sin embargo, también lo es la crisis humanitaria que comienza a tener rostro de niño, de anciano, de madre angustiada.

La Franja de Gaza tiene un área fronteriza con Egipto, en la península del Sinaí. Sin embargo, este país opta por cerrar el paso a los refugiados porque se trata de una región en la cual abundan hordas del Ejército Islámico, otra entidad terrorista a la cual lo único que le interesa es acicatear el enfrentamiento y reclutar carne de cañón. La ayuda internacional empieza a llegar por el lado egipcio, pero parece ser insuficiente ante una necesidad masiva de supervivencia.

Por supuesto, esta consideración hacia los desplazados palestinos no resta un ápice de condena a la mortífera agresión de los extremistas de Hamás, quienes han impuesto su autoridad a base de violencia e intimidación en la Franja de Gaza, incluso en contra de la Autoridad Nacional Palestina, liderada por el presidente Mahmoud Abbas, del partido Al Fatah, de postura moderada y que busca la convivencia con Israel. No obstante, desde 2008 el poder legislativo está en manos de Hamás, que califica a Abbas de ilegítimo, pese a ser reconocido como el líder oficial por la comunidad internacional.

Los efectos colaterales del ataque extremista y la actual incursión israelí en territorio palestino rebasan por mucho a la región. Existe temor en los mercados internacionales por una mayor escalada del conflicto que involucre a otras naciones antagónicas a Israel. Estados Unidos ha declarado su apoyo total a esta nación y en la Unión Europea hay varios países que han prohibido manifestaciones de apoyo a los palestinos, lo cual genera polarizaciones internas alrededor del tema. Los precios internacionales del petróleo sufrieron un alza súbita de 5% en la última semana y todos sabemos lo que significaría si sigue subiendo y sin ninguna claridad del lapso que abarcaría la crisis.

En este momento es clave el papel de la Organización de Naciones Unidas, pero también el aplomo de las potencias mundiales para tratar de mediar y procurar clemencia en la postura israelí, así como una posible liberación con vida de los rehenes, entre los cuales hay argentinos, estadounidenses, británicos, alemanes, italianos y de otras nacionalidades. El mundo contiene la respiración en estos días y también los principales indicadores económicos a futuro.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: