EDITORIAL

Paradigmas en evolución

A pesar de las innovaciones en el campo de la enseñanza, existen numerosos casos de planteles públicos o privados que todavía no evolucionan en cuanto a sus metodologías. Los rezagos en matemática y comprensión lectora en el 80 por ciento de graduandos de diversificado son reflejo de las deficiencias en el sistema educativo.

La realidad laboral ha cambiado drásticamente debido a la tecnología, los cambios de hábitos y la demanda de nuevos servicios, así como la caída en desuso de otros. No obstante, la habilidad para comunicarse de forma verbal y escrita, las aptitudes administrativas, la capacidad de encontrar soluciones diferentes y la aplicación creativa de principios científicos sí constituyen aptitudes de primer orden.

Es por ello que escuelas y colegios deben evaluar con mucha seriedad, pero también con apertura de criterio, la pertinencia cultural, temporal y circunstancial de sus programas de formación. Los lineamientos trazados por el Ministerio de Educación van en la vía de diversificar y enriquecer los conocimientos, aunque realmente se trata de grandes líneas generales que toca a los directivos y profesores aplicar en los establecimientos y grados.
El papel del maestro sigue siendo fundamental en el entorno escolar e incluso comunitario, ya que, como lo reveló la más reciente Encuesta Libre, la mayoría de guatemaltecos tiene una gran confianza en ellos, solo superados por los liderazgos religiosos. Esto a su vez implica que los educadores deben jugar un papel protagónico en los cambios impulsados para beneficio de niños y jóvenes.

No solo se trata de cambiar los contenidos de asignaturas ni de implementar aulas tecnológicas, sino también de moldear nuevos hábitos que permitan un desarrollo integral. El cambio de los horarios para hacer menos agotadora y más eficiente una jornada escolar debe ser considerado parte de un nuevo paradigma.

El debido descanso para los pequeños, la aplicación de límites en el número de tareas asignadas y la oportunidad de tener tiempo libre, a la usanza de décadas anteriores a la explosión tecnológica, podrán devolver determinados espacios de bienestar a los educandos. Por supuesto, esto puede ir acompañado de nuevas posibilidades virtuales y participación de los padres. En algunos países ya se han puesto en marcha cambios en el número de horas de clases, así como una dosificación de tareas, pues de nada sirve tener estudiantes agotados al día siguiente, después de horas de tareas que los obligan a desvelarse, lo cual a su vez tiene un terrible complemento con los madrugones a los que obligan los problemas de tránsito.

Los departamentos de Educación y Psicología de las universidades del país podrían liderar el gran análisis nacional de los factores de calidad, eficacia y rendimiento en el aprendizaje. De ninguna manera se trata de reducir la exigencia académica, pero sí de optimizar el aprovechamiento de ese talento que representa un relevo generacional que a su vez deberá tomar las decisiones de país en un futuro no tan distante.

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