EDITORIAL

Pesado y vital

Como en todo ámbito, las generalizaciones siempre son injustas, y al hablar del gremio de conductores de transporte pesado se suelen asociar con accidentes, imprudencia o exceso de velocidad. Sin embargo, como se expone hoy en nuestro reportaje de portada, se trata de un sector de guatemaltecos laboriosos, dedicados y, a menudo, víctimas de incomprensión y prejuicios.

Con frecuencia se desconocen las penurias que afrontan estos pilotos para sobrevivir y poder llevar el sustento a sus familias. Es innegable que su trabajo al volante es fundamental para mantener la economía guatemalteca en marcha, en todos sus rubros: disponibilidad de combustible, provisión de mercancías para el comercio, suministro de materias primas y traslado de productos de exportación. Todo resulta tan natural y rutinario que con frecuencia no se valora al ser humano que pasa hasta 12 horas en una cabina de conducción que en las carreteras se convierte en su sala de estar, dormitorio y también comedor.

Los mismos traileros reconocen las conductas inadecuadas de colegas, pero a la vez solicitan la empatía de la población, especialmente de otros conductores. En efecto, las dimensiones de los vehículos que conducen requieren, por lo regular, de mayor espacio de maniobra, el cual no siempre les ceden pilotos de automóviles livianos o motocicletas, que en ocasiones actúan de manera temeraria o quedan en un ángulo ciego. En todo caso, admiten las responsabilidades legales que entraña un percance de tránsito.

Entre los factores que más complican la labor de los pilotos de transporte de carga, sobre todo de quienes conducen los camiones, se encuentra el subdesarrollo de la red vial del país, de por sí insuficiente en cuanto a sus conexiones, y en pésimo estado. Los más de 200 kilómetros de carretera entre El Rancho, El Progreso, y Puerto Barrios, Izabal, son considerados de gran dificultad y riesgo, por la falta de señalización y mantenimiento en varios tramos. Taiwán se disponía a comenzar la construcción de cuatro carriles en este tramo, pero el presidente Giammattei Falla lo canjeó por un hospital en Chimaltenango, el cual aún no se concluye. Mientras tanto, importaciones y exportaciones siguen circulando por una ruta de dos carriles totalmente desfasada de la época y de su importancia comercial. La inseguridad es otro elemento que golpea a los traileros, quienes, a causa de los limitados ingresos y frecuente falta de viáticos, optan por dormir en la cabina de los cabezales o en estacionamientos que han surgido en el camino. Si bien la instalación de sistemas de GPS ha reducido la incidencia de robos de cargamento, estos conductores siguen inermes ante los atracos para el robo de sus pertenencias cometidos por pandillas locales.

No se trata de inventar excusas para temeridades viales cometidas por ciertos pilotos de tráileres o autobuses, pero sí de motivar una actitud de mayor empatía hacia este gremio, que atraviesa el país y surte a todos los municipios con abarrotes, azúcar, arroz, frutas, ropa, electrodomésticos, computadoras, juguetes, cemento, gasolina, hierro, maquinaria, vehículos y cuánto más. Ellos tienen un trabajo pesado, pero vital.

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