EDITORIAL

Poderoso motor bilingüe

La provisión de oportunidades de aprendizaje intensivo de un segundo y tercer idioma extranjero pueden marcar, en un muy corto plazo, resultados tangibles y positivos.

Cada año, a lo largo de la última década, se escucha la misma paradoja, por no decir la misma queja, totalmente justificada: el sector de contact centers sigue creciendo, genera oportunidades laborales con ingresos notablemente superiores a los de otros campos de trabajo, sobre todo para jóvenes que están ingresando a la vida productiva. Pero cientos o miles de esas plazas se pierden y se van a otros países, debido a la falta de dominio del idioma inglés escrito y hablado.

Con todo y esa brecha, los centros de atención de llamadas establecidos en Guatemala tienen una alta preferencia por parte de compañías globales, que delegan el seguimiento de la atención a sus clientes. Ello se debe, en buena parte, al inglés de tono neutral y eficiente, así como por la actitud laboriosa, tan propia del guatemalteco. Esta industria aún tiene espacios y oportunidades de crecimiento, no solo para jóvenes, sino para ciudadanos de todas edades que cuenten con un dominio básico del habla inglesa. Las propias empresas brindan cursos para la mejora en pronunciación y lenguaje de negocios.

En el anterior gobierno se lanzó una convocatoria de becas de inglés para estudiantes de secundaria y diversificado. Según publicaciones de redes sociales del Mineduc, entre el 2022 y el 2023 hubo 25 mil estudiantes “beneficiados”, aunque dada la retórica publicitaria política que solo busca crear impresiones, y no información detallada, se desconoce cuántos de ellos ya han sido certificados o han logrado insertarse en plazas laborales. Y de existir tales cifras, cabe cuestionar por qué no se difundieron, a fin de presentar casos de éxito como un estímulo para incrementar la cifra de estudiantes.

Por otro lado, son muchísimos los establecimientos privados que promocionan, como parte de sus servicios, los cursos de inglés, para los cuales padres de familia invierten en libros, audios o suscripciones de proveedores de materiales; pero, al final, el dominio al salir de diversificado suele ser mayoritariamente deficiente. En efecto, tanto la enseñanza como el aprendizaje de inglés requieren de esfuerzo, constancia, reconocimiento de gramática y vocabulario, pero sobre todo de práctica frecuente, algo que sencillamente no se promueve.

Son múltiples los desafíos educativos del país, pero la provisión de oportunidades de aprendizaje intensivo de un segundo y tercer idioma extranjero pueden marcar, en un muy corto plazo, resultados tangibles y positivos, tanto para quienes buscan un espacio de trabajo como para las compañías que precisan de talento humano. La era tecnológica permite metodologías híbridas, interactivas y de autoevaluación que pueden acelerar el ciclo de  prueba, error y aprendizaje. Nadie nace sabiendo. Por eso, los planteles educativos y docentes son claves en esta transformación.

Existe a veces una barrera prejuiciosa, en entornos familiares o de barrio, que genera mofas, sornas o risa cuando se escucha hablar inglés a un niño o joven, lo cual es un desincentivo emocional. En todo caso, cuando la necesidad apremia, la inteligencia se aguza y la expresión en otro idioma se desarrolla en una inmersión de realidad. Tal capacidad se vuelve motor de desarrollo, y de ello dan testimonio millones de migrantes guatemaltecos en Estados Unidos que hoy son cien por ciento bilingües.

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