EDITORIAL
Potenciar exportación diversificada importa
En un mercado globalizado, interconectado, con información en tiempo real, los sucesos adversos como guerras, desastres naturales, sucesos sociales o decisiones económicas como la subida de tasas de interés de la Reserva Federal suelen tener inmediatos efectos, usualmente adversos, alrededor del mundo. Sin embargo, en ese mismo panorama subyacen posibles oportunidades, variantes logísticas y surgimiento de necesidades que pueden abrir inusitadas puertas de negocio hacia el extranjero. Detectarlas, negociar e insertarse con habilidad y visión de futuro es una tarea de inteligencia que por lo regular efectúan los propios proveedores de bienes y servicios con la ayuda sinérgica de entes gremiales como la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport), la Cámara de Industria o la Cámara del Agro, entre otras.
Por ejemplo, la prolongada e injustificable agresión de Rusia contra Ucrania ha alterado precios y el suministro de varias materias primas y mercancías, entre ellas el aceite de girasol, lo cual ha obligado al mercado europeo a buscar alternativas, y la más accesible es el aceite de palma, un giro que ha favorecido a los productores guatemaltecos, con un aumento de 57% de la demanda en el último año, así como mejores precios; buenas noticias para un sector que genera 30 mil empleos directos y hasta 140 mil indirectos.
Las bonanzas evolucionan, conducen a ulteriores cadenas de suministro sostenido o a veces decaen, por lo cual es necesaria siempre una perspectiva de diversificación, generación de subproductos industrializados. La identificación de clientes internacionales ha llevado a una mayor exportación de alcohol etílico, aditivos de cemento, herbicidas e incluso la planta de achicoria.
Un ejemplo de la variabilidad de precios por efectos exógenos puede ser el cardamomo, que en el 2020 llegó a cotizarse hasta en Q10 mil por quintal, pero el precio fue cayendo hasta unos Q1 mil 500, por exceso de producción global, un fenómeno que podría llegar a estabilizarse, pero que por ahora genera impactos económicos y sociales sobre todo en la llamada Franja Transversal del Norte, donde hay decenas de miles de pequeños productores, para quienes el Gobierno debería trazar alternativas de cultivo adecuadas al clima. En respuesta se ha explorado con éxito la exportación de cardamomo triturado.
Este año hay un crecimiento de casi 9% en la exportación de frutas y verduras frescas, un sector en el cual Guatemala tiene muchas posibilidades de expansión, lo cual puede representar mejores oportunidades de desarrollo económico y social de comunidades del occidente, conocido desde hace décadas como “la hortaliza de América”, por su fertilidad. Pero, de nuevo, se necesita de mejores acuerdos de comercio, de asesoría productiva con tecnología de punta, fomento de la educación agraria y revaloración del trabajo de campo.
Asimismo, la inteligencia, la creatividad y las soluciones de comunicación digital o telefónica son prometedores campos de exportación. Tan solo hasta la mitad de este año las ventas de programas informáticos hechos en Guatemala habían subido 25%, lo cual invita a implementar una estrategia nacional de promoción de las matemáticas, las ciencias y lenguajes de programación. Queda claro, pues, que la cooperación intersectorial sí importa y mucho en el campo de las exportaciones, pero a la vez se necesita de certeza jurídica, probidad gubernamental y un paradigma de innovación para identificar a tiempo la próxima crisis que, en realidad, puede ocultar nuevas vías de éxito.