EDITORIAL
Relación de larga data Guatemala-México
Desde los mismos inicios de la vida independiente centroamericana, México jugó un papel preponderante, primero con la fallida anexión al imperio de Agustín Iturbide y décadas después con el reconocimiento de la República de Guatemala. Desde el siglo XIX ha sido tierra segura para intelectuales y gobernantes exiliados, tal el caso del expresidente Mariano Gálvez, quien vivió allí sus últimos días. En su momento también fue refugio para los caudillos reformadores Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, quienes incluso recibieron apoyo del presidente Benito Juárez, aunque tácitamente a cambio cesó un reclamo territorial que finalizó con la firma del tratado de límites Herrera Mariscal que continúa vigente.
Fue esa misma frontera la que marcó un respiro para miles de guatemaltecos desplazados por el conflicto armado interno, sobre todo en los años más cruentos, entre 1978 y 1983. En tierras mexicanas encontraron refugio, trabajo y también auxilio humanitario. Profesionales, estudiantes e intelectuales de la talla de Augusto Monterroso, Carlos Mérida, Mario Monteforte Toledo y Carlos Illescas, entre muchos, hallaron en el vecino país una segunda patria y brillaron con sus dotes creativas, esas mismas por las cuales mentes obtusas los persiguieron y estigmatizaron.
Así también, en las últimas tres décadas dicho país ha sido territorio de paso para miles de guatemaltecos que van en busca de la frontera de los Estados Unidos de América, fenómeno que se ha visto acrecentado dramáticamente en el lustro reciente, sobre todo con las caravanas hondureñas. Más allá de las acciones de las autoridades, el pueblo de México siempre ha sido generoso, solidario y empático con los migrantes.
Compromisos binacionales y su propio ordenamiento jurídico han llevado a un creciente número de deportaciones, sobre todo tras las presiones del exmandatario Donald Trump. México ha brindado la posibilidad de pedir asilo político, aunque la gran mayoría tiene la vista puesta al otro lado del río Bravo. La cantidad de personas en desplazamiento es colosal y también es considerable el número de quienes esperan el momento de cruzar la frontera estadounidense en ciudades fronterizas mexicanas.
A todo esto, los 969 kilómetros de frontera entre México y Guatemala continúan siendo, en su mayor parte, tierra de nadie o más bien territorio del más fuerte. Los trasiegos de mercancías, armas, drogas y personas persisten en puntos ciegos y otros totalmente a la vista. Las zonas francas o de desarrollo industrial aún son incipientes, a causa de las deficiencias viales del lado guatemalteco. No obstante, las inversiones de capitales mexicanos han sido considerables en la región central del país, un potencial que a veces se ve afectado por dificultades logísticas y entuertos legales.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, describió sus proyectos locales de ayudas sociales y reforestación contra la migración. Salomónicamente invitó al gobierno guatemalteco a emprender los propios con recursos locales o con la ayuda del gobierno de EE. UU. que fue ofrecida hace dos años, según mencionó, y no se ha concretado.
SENSIBLE PÉRDIDA
El Consejo de Administración de Prensa Libre lamenta profundamente el deceso del periodista Carlos Rodolfo Móvil Heller, un profesional de la comunicación ejemplar e íntegro que deja valiosa huella en Guatemala. Expresamos nuestras más sentidas condolencias a sus familiares.