EDITORIAL

Renovación urgente

Queda claro que las distorsiones del modelo futbolístico del país no solo han hecho daño, sino que han prostituido la finalidad de un noble deporte, el más popular, el más accesible —guste o no— y que mayores pasiones despierta a nivel social, sin que esto signifique demérito alguno para otras disciplinas que han dado muchísimas satisfacciones, medallas y triunfos al país. La reciente eliminación de Guatemala en la ruta al Mundial de Qatar 2022 no es sino la confirmación de la urgencia de cambiar el sistema de desarrollo de talentos, renovar la dirigencia federativa e integrar la actividad futbolística a un modelo integral, apolítico y ajeno a pugnas equiperas.

Con frecuencia se sabe de dirigencias departamentales alineadas a favor de determinados caudillos recurrentes que van y vienen de la conducción de la Fedefut sin que nada cambie efectivamente. Queda claro, pues, que cualquier forma de corrupción, compra de votos o tráfico de favores merece una tarjeta roja en la organización del balompié nacional. Gracias a estas jugadas sucias de asambleístas, el futbol guatemalteco estuvo suspendido de toda competición desde el 28 de octubre del 2016 al 31 de mayo del 2018, debido a la resistencia a aceptar la continuidad de un comité de regularización designado por la Federación Internacional de Futbol Asociado (Fifa). A la vez, lo que motivó aquella medida fue el escándalo de corrupción por compra de votos en que estuvo involucrado Brayan Jiménez, entonces presidente del Comité Ejecutivo de la Fedefut, y Héctor Trujillo, dirigente que también era magistrado suplente de la Corte de Constitucionalidad (CC). Ambos aceptaron su culpabilidad.

Pero la debacle del balompié nacional no obedecía solo a una dirigencia obtusa, sino a prácticas venenosas de clubes, como el exceso en la contratación de jugadores extranjeros para integrar sus filas, en lugar de reforzar los semilleros de ligas menores, la detección de talentos juveniles en canchas de aldeas y municipios, o crear programas que integren la formación académica con el alto rendimiento deportivo, de manera permanente y no esporádica o promocional. De por sí, esta es la metodología empleada por grandes ligas futbolísticas a escala mundial, con resultados exitosos a la vista.

No haber podido anotar un simple gol contra un equipo caribeño fue quizá el ahorro de una vergüenza mayor ante otras selecciones más poderosas, pero eso no constituye un consuelo, sino una afrenta que deberían abordar con la máxima seriedad todos los involucrados en la industria futbolística nacional. No se trata de hacer promesas vacuas de candidato ni de esperar milagros de la noche a la mañana, sino de establecer un plan serio, disciplinado y con sanciones claras para eludir el modelo únicamente pecuniario, a fin de pasar a un ciclo que priorice la aptitud, el talento y el esfuerzo. Baste de ejemplo el reciente triunfo, en el cierre de recientes torneos nacionales, de dos equipos de provincia, Nueva Concepción y Santa Lucía Cotzumalguapa. Seguro existen más jugadores habilidosos, quizá muy jóvenes, que merecen una oportunidad sostenida y visionaria.

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