EDITORIAL

Retos urbanos abiertos

La paulatina reactivación de horarios escolares presenciales después de dos años y medio de clases a distancia reveló de golpe el aumento del parque vehicular, pero ello solo es un preludio de lo que vendrá en enero próximo cuando todos los planteles de todos los niveles acudan físicamente a las aulas: un desafío de gestión de horarios, recorridos y flujos de tránsito automotor desde distintas zonas capitalinas  y municipios circunvecinos, así como cabeceras departamentales.

Diversos han sido los llamados a transformar la dinámica del transporte urbano, no solo por las recurrentes congestiones en horas pico, sino por la contaminación, costos de combustible, falta de espacios de parqueo y la conversión a modelos energéticos sostenibles que se han puesto en marcha en otras ciudades del mundo, tal el caso de la implementación de vías específicas para bicicletas, patines y monopatines, que ya no son solo una alternativa lúdica o deportiva, sino un soporte de locomoción no contaminante. Sin embargo, esto precisa de un cambio cultural y de una decidida inversión pública.

Desde el 2014, la Organización de Naciones Unidas impulsa la conmemoración del Día Mundial de las Ciudades, para promover la búsqueda de soluciones a los retos de la existencia urbana. El tránsito vehicular es uno de los más evidentes, pero también hay impactos por la contaminación con aguas servidas, el manejo de desechos sólidos, la provisión de servicios de agua potable, la ocupación de zonas de riesgo, la polución del aire, la conservación y creación  de parques y cinturones verdes.

Lamentablemente, ciertas administraciones ediles priorizan lo cosmético y relegan aquello necesario, pero oneroso o difícil de promocionar. Promocionan sellos verdes, pero sin abordar integralmente los retos mencionados, que se implican entre sí y que no pueden solucionarse de manera fragmentada. Así también se incurre en simplificaciones publicitarias o infantilizaciones de la misión pública que poco o nada ayudan a que el ciudadano se involucre como protagonista de las soluciones. Colores alusivos, eventos lúdicos y discursividades políticamente correctas sustituyen al debate serio y crítico  de los problemas reales, con lo cual las consecuencias de los mismos se amplían, se agravan y se soslayan en detrimento de futuras generaciones.

Actuar localmente para ser globales es el lema propuesto para el Día de las Ciudades 2022, una exhortación a la búsqueda de alternativas de consenso y coordinación comunitaria, de escucha técnica a las necesidades de los vecinos y generación de mecanismos de participación de los hogares y empresas en la reducción de desechos, optimización del uso del agua o transformación de las opciones de desplazamiento.

Estos procesos obligan a que los alcaldes tengan perfiles de liderazgo auténtico y no que pretendan ser cabezas simbólicas, superhéroes de ficción o dadivosos politiqueros compradores de voluntades. Cada decisión, cada inversión urbana, debe tener un sentido local estratégico y a la vez una aspiración a ser soluciones adecuadas para ser reproducidas en otras localidades. Pero para eso se necesita más visión y menos apariencias, más capacidad y menos vacuidades electoreras.

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