EDITORIAL

Sana actitud vial puede evitar lesiones o muerte

Año tras año se anuncian los días de mayor tránsito en la capital y centros urbanos. Antes era el 23 de diciembre, pero poco a poco el lapso se ha ampliado a casi una semana. Antes, los impactos viales ocurrían en las proximidades de centros comerciales, pero con las limitaciones de infraestructura, viaductos mal planificados, multiplicación de eventos festivos o promocionales, aumento del parque vehicular y el repunte de la actividad mercantil, la onda expansiva de congestionamiento se prolonga durante más horas y en más zonas.

El componente emocional añade conductas personales que pueden llegar a tener efecto colectivo cuando la espera causa desesperación, la falta de previsión origina prisas y la frustración ante la aglomeración de tránsito llega a desatar episodios de ira, angustia o la simple desaparición de la cortesía entre pilotos. Si a ello se suma la conducta antisocial de ciertos conductores del transporte urbano y extraurbano, incluidos taxistas piratas que pelean pasaje, o ciertas presiones de tiempos o ventas sobre vehículos comerciales, estamos ante una auténtica bomba de tiempo motorizada que puede estallar en cualquier parte.

Hasta octubre se registraban en el país 3 mil 493 colisiones vehiculares, 1 mil 722 atropellamientos de peatones y 860 caídas en barrancos o cunetas, con 10 mil 34 vehículos involucrados, de los cuales la mayoría eran motocicletas —4 mil 785—, seguidos de 1 mil 908 automóviles y 833 picops, así como 824 camiones —entre estos, tráileres—, 811 camionetillas, 246 microbuses, 236 buses y 108 mototaxis. Si bien parecen cifras frías, lo triste es que cobran humanidad al reportarse 7 mil 425 lesionados y 989 fallecidos en 10 meses.

Durante los percances viales se observa autoexculpación y señalamientos mutuos entre los afectados, si es que logran salir conscientes del siniestro, por lo cual cabe plantear a cada conductor algunas reflexiones a favor de la seguridad propia, familiar y de terceros. Por ejemplo, qué me comprometo a hacer, como piloto, para evitar o prevenir accidentes de tránsito; cómo actuaré ante un congestionamiento de tránsito, sea cual fuere su causa, y cómo puedo prevenir prisas que puedan provocar ansiedad y conductas imprudentes. Además, ¿me guío por el respeto a las leyes y las actitudes de cortesía vial que puedan generar un entorno más seguro?

No se puede eludir la mención de los conductores en estado de ebriedad, que se incrementan a causa de convivios y festejos de la temporada. Es un delito conducir bajo efectos de licor y tal práctica debe ser atajada por las autoridades de tránsito municipales o nacionales, sin excusas ni favoritismos, sobre todo en el caso de vehículos con pasajeros. Asimismo, las conductas generadoras de riesgo como el exceso de velocidad, el irrespeto de filas o dirección de las vías, y las paradas ilegales que utilizan pidevías como pretexto deberían ser sancionadas, al igual que el tránsito nocturno con luces defectuosas o inadecuadas.

El gran propósito no solo es llegar con vida a la convivencia familiar de Navidad o Año Nuevo, sino crear una nueva cultura de ética vial que no se constriña a estas fiestas. Se viene un enero de clases presenciales que presentará sus propios desafíos logísticos y complicaciones. La limitación de vías urbanas es una situación crónica que se ha agravado por falta de visión edil y gubernamental. ¿Para qué agravarla más con actitudes que no cumplen mínimos cívicos?

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: