EDITORIAL

Se deben examinar escenarios adversos

Ante un panorama económico que ya deja entrever una recesión mundial a causa del freno impuesto a la actividad productiva y de intercambio global, es necesario prever los escenarios y estrategias de acción que podrían entrar en juego según la magnitud, duración y sectores más golpeados por la adversidad. No es la primera crisis de retroceso en la economía, y aunque se le compara con la depresión de 1930, aún no quedan claros todos los factores por solventar, así como las oportunidades que pueden llegar a partir de esta circunstancia.

Ahora bien, así como hay rezagos preexistentes a la crisis del coronavirus, tales como la pobreza, la desnutrición o las carencias en el sistema de Salud, también hay síntomas previos que han golpeado las finanzas públicas y que podrían agravar el desafío recesivo si no son atendidos de forma inmediata y decidida. Uno de ellos y seguramente el más crónico de todos es el despilfarro de recursos públicos en toda clase de rubros, tales como pactos sindicales lesivos, endeudamiento para cubrir gasto corriente, salarios exorbitantes de diputados, magistrados, asesores y allegados, o el fraccionamiento legal pero inmoral de compras directas a fin de quedar debajo de los Q90 mil para poder disimular sobreprecios y adquisiciones que bien podrían lograr costos favorables bajo licitación o contrato abierto.

Baste citar el ejemplo de los millonarios créditos aprobados recientemente por un combo de diputados que incluso se desvelaron para poder pasarlos todos con alevosía y nocturnidad, sin los debidos candados de probidad y para cubrir pagos políticos pactados por el gobierno pasado. El legítimo interés nacional precisa de una rebaja de los salarios abultados y una contención de gastos y plazas superfluas.

Ya se observa el impacto en el comercio de diversos productos y servicios, así como en ciertas industrias. Esto podría acentuarse, pero si desde ahora se trazan escenarios prospectivos, desde los más optimistas hasta los más acres, existen mayores probabilidades de reaccionar con agilidad en un entorno desafiante.

Cabe resaltar que buena parte de la ciudadanía, sobre todo emprendedores y comerciantes al detalle, continúan sus actividades en medio de las restricciones, precisamente porque tienen que ganar el pan diario. Se les pueden exigir medidas profilácticas, pero permitir el derecho al trabajo y al sustento. Lo mismo cabe decir de las empresas que necesiten flexibilizar sus horarios o contrataciones para poder mantener plazas laborales. Por otro lado, el Estado debe cumplir con la parte asistencialista que le corresponde, mediante subsidios de sobrevivencia para personas en precariedad, cuya situación se agravó con la suspensión de actividades y de movilización.

A la vez se deben evaluar escenarios de caída de recaudación, devolución ágil de crédito fiscal atrasado e incluso analizar un replanteamiento tributario que genere recursos y regularice al sector informal, pero que no ahogue los esfuerzos de empresas pequeñas, medianas o grandes, pues al final de cuentas el objetivo será avanzar en medio de la eventual recesión. Guatemala es un país agroexportador y esto puede constituir una fortaleza, siempre y cuando el contexto internacional también se mueva con un sentido de solidaridad regional y global. Los acuerdos económicos de bloque, con base en las fortalezas y necesidades de cada país, serán una operación clave. Ya se han dado recesiones globales, quizá por otras causas, pero con efectos similares. Hay experiencias de avance y salida que desde ya pueden comenzar a perfilarse.

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