EDITORIAL

Se necesita ver más allá de las remesas

Guatemala es líder regional en ingreso de remesas de migrantes, con un 32% del total de lo recibido por países del Istmo y República Dominicana, un factor económico que fortalece la estabilidad y permite a miles de familias contar con un ingreso periódico a lo largo del año. Durante 2018 fueron US$9 mil 287 millones los que entraron al país por este rubro, que se aproxima en importancia a las exportaciones totales, que ascendieron a US$11 mil millones en el mismo período.

Es previsible que este potencial de crecimiento mantenga la tendencia de los últimos años, pero también es necesario considerar que si bien representa un pilar macroeconómico, tal cifra no necesariamente ha implicado un desarrollo humano sostenible e integral para las comunidades beneficiarias.

El envío de remesas al país representa un vínculo directo entre los guatemaltecos radicados, de forma legal o no, en el exterior y sus familias, en las comunidades de origen, las cuales utilizan los fondos para adquirir productos de consumo diario, construcción de vivienda, adquisición de aparatos electrodomésticos, pago de estudios y compra de vehículos, según un estudio de la Organización Internacional de las Migraciones.

Hasta el 2016, el 97% de guatemaltecos en el exterior se encontraba en EE. UU., y de ellos, más del 60% emigró para buscar empleo y superar problemas económicos, aunque también se dan otras causas, como amenazas de pandillas, extorsiones o discriminación. La migración sin documentos continúa, pero ahora Estados Unidos reclama un mayor combate de esta práctica como condición para que el país reciba asistencia económica.

Si continúa el éxodo, la ayuda será retenida, situación que algunos políticos estadounidenses ven contraproducente, debido a que podría agravar las condiciones de muchas comunidades rurales y con ello disparar aún más las cifras actuales.

Por otra parte, la exportación de esa riqueza humana no es una solución sostenible, puesto que pueden ocurrir dos cosas: la población guatemalteca en EE. UU. paulatinamente, por efectos de edad, cambio generacional y reunificación de familias en aquel país, perderá los vínculos con la tierra natal. Por otra parte, la pérdida de capital humano en Guatemala golpea a futuro la capacidad productiva del país en todos los niveles laborales.

Esta situación precisa de acciones urgentes, varias de las cuales ya se han emprendido. Primero, propiciar un mejor aprovechamiento a nivel familiar y comunitario de los fondos que llegan desde Estados Unidos, mediante el ahorro y la inversión en educación. Luego viene el desarrollo de una mejor infraestructura para propiciar los emprendimientos locales en el comercio, el turismo, la producción agrícola estratégica y la prestación de servicios de calidad, los cuales a su vez pueden generar más empleos.

El Gobierno, por su parte, debe trabajar en una mejora permanente de la relación con la comunidad guatemalteca en el extranjero, comenzando por un sistema eficiente de gestión de documentos de identificación, lo cual va más allá de inaugurar consulados y colocar a personas allegadas a cargo de los mismos. Varios países se han enfocado en fortalecer sus vínculos con sus comunidades en el extranjero , a fin de hacerlos partícipes del desarrollo e incluso protagonistas, a través del ejercicio de elegir o ser electos.

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