EDITORIAL
Sistema carcelario es una burla y una afrenta
El 17 de diciembre recién pasado se reportó el hallazgo de celulares en el centro de detención Matamoros, zona 1. Ayer, 22 de diciembre, de nuevo se localizaron teléfonos en dicha prisión, que, para más señas, se encuentra dentro de una instalación militar, lo cual parece no marcar ninguna diferencia respecto de otros reclusorios en los cuales se descubren con frecuencia ese tipo de dispositivos, equipo de conexión a internet, drogas, cuchillos, videojuegos, electrodomésticos y más, lo cual evidencia la porosidad de las cárceles, que más bien son mercados al mejor postor.
Si se juzga por los resultados, queda claro que muy poco aporta la experiencia que habría tenido el actual mandatario como director de Presidios hace tres lustros, pues no existen mayores cambios en la dinámica de gatos y ratas, de recurrentes requisas en los penales, que no deberían ser necesarias si existieran las debidas condiciones de seguridad. Una y otra vez se detectan los mismos objetos, un círculo vicioso que constituye un insulto a la inteligencia de los ciudadanos, a quienes en cada plan de gobierno se les ofrece una transformación penitenciaria.
El 8 de diciembre se difundían imágenes del director de Presidios Luis Escobar, junto al ministro de Gobernación, Gendry Reyes, en las redes sociales de esta cartera, durante la reapertura del centro de detención Fraijanes II, que por cierto constituye otro de los grandes monumentos a la corrupción, el amaño de obras y la mediocridad de gestión pública que llevaron a su cierre, pero ese es otro tema. Lo interesante es que apenas una semana después, el 17 de este mes, se ordenaba súbitamente la destitución de Escobar, sin aclarar las causas, apenas cinco días después de la captura de 11 personas por la fuga de un extraditable de Mariscal Zavala.
En efecto, las destituciones de jefes de Presidios y también de directores de reclusorios han sido constantes, pero tales cambios no pasan a más. La reforma penitenciaria es una utopía o más bien una estafa con la cual se engaña a los votantes, elección tras elección. El hacinamiento de reos es un argumento solícito para excusar los problemas de vulnerabilidad y descontrol, pero aún no entran a funcionar programas como el de los brazaletes, para agilizar ciertos casos de prisión domiciliar que así lo ameritan.
En cambio, se manejan con secretismo las listas de reclusos y las actividades que efectúan dentro de los penales, sobre todo los considerados vip, ya sea por la magnitud de sus fortunas, por los cargos que ocuparon o por vínculos politicoides, los cuales aprovechan en forma de presiones, chantajes y amenazas de dilación. Resulta irrisorio que las autoridades usen constantemente el adjetivo “estratégico” para describir ciertas acciones que en la práctica ni siquiera llegan a tácticas, por su inconstancia, incoherencia y falta de resultados.
El país ha recibido múltiples ofertas de expertos internacionales, incluyendo a guatemaltecos especializados en el extranjero, para emprender la transformación de las cárceles, a fin de que dejen de ser campos de entrenamiento criminal y se conviertan en espacios para la reinserción social, al menos para los reos que se comprometan. Para quienes no lo hagan, todavía se está esperando la cárcel de máxima seguridad que el presidente anunció en conferencia de prensa el 20 de enero de 2020, ocasión en la cual también se ofreció una reclasificación de presos. Ni qué decir del combate de las extorsiones, los terribles cobros de talacha o los trasiegos ilícitos. Y si no se hizo en los primeros dos años, es dudoso que se logre algo más que los mismos decomisos absurdos.