EDITORIAL

Taza de esperanza sube

Intencionalmente se juega con los homófonos taza y tasa para exaltar el creciente potencial de café guatemalteco como producto de primerísima calidad, para exportación y también consumo interno, cuya valoración ha mejorado gracias a diversos esfuerzos después de etapas verdaderamente difíciles. Cada taza de café que alcanza nuevos públicos y mercados se convierte en un factor de posicionamiento que posibilita la mejora económica de productores pequeños, medianos o grandes, y con ello, la generación de nuevas esperanzas en las comunidades donde se cultiva el grano.

La competencia global del café ha evolucionado mucho desde los inicios de este cultivo en el siglo XIX. Se han tenido épocas de gran bonanza y también tiempos de fuertes caídas en los precios internacionales. Plagas y contingencias climáticas han afectado cultivos en ciertos años, pero a pesar de todo el proceso de caficultura nacional continúa en constante evolución. El segmento de cafés gurmé se ha fortalecido exponencialmente en el país; permite mejores réditos y pedidos constantes.

Es necesario mencionar el importante papel que tiene la Asociación Nacional del Café como aglutinador de múltiples esfuerzos: desde los campos de cultivo hasta las explanadas de beneficiado, con toda una gama de asesorías para mejorar la siembra, diversificar especies, erradicar plagas, potenciar la calidad del producto en pergamino y oro. Por supuesto, en el primer nivel de todo el proceso se encuentran miles de guatemaltecos que día a día se ocupan de la tarea de cuidar las plantas desde el almácigo mismo, un trabajo silencioso, casi secreto, pero fundamental para el éxito de todo el sector.

Por otra parte, existe también un floreciente movimiento en la preparación de bebidas de café, desde una aromática taza preparada de buena mañana en percoladora hasta variedades como expreso, capuchino, moca y preparaciones frías, toda una gama que los baristas guatemaltecos se esfuerzan por enriquecer y transformar constantemente, aprovechando las variaciones del producto por regiones, como Altiplano, Oriente, Antigua, Verapaz, Huehuetenango y tantas más.

Como en tantas ocupaciones más, el café llega a tener características de arte, ciencia y oficio incluso al momento de crear una bebida exquisita. Oficio, porque requiere de muchas semanas, meses y años desarrollar la  habilidad de extraer el máximo sabor y aroma. Ciencia, porque existen temperaturas específicas, herramientas, recipientes y materiales diversos para el filtrado efectivo. Arte, porque se precisa de una sensibilidad especial para degustarlo, pero también para que una buena taza estimule la vista. Y para mejor prueba, basta ver a un barista crear intrincadas figuras de animales, flores, rostros u otros temas a partir de la espuma de un capuchino.

A pesar de la fuerte competencia de grandes productores internacionales, Guatemala se erige como uno de los nombres con más sabor a café, literalmente, gracias a la variada riqueza de sus suelos volcánicos, su clima e incluso su latitud en el globo. Exaltarlo mejor es una de las razones por las cuales urge definir una marca país que consolide su fama y posicione su excelencia para bien de miles de productores.

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