EDITORIAL

Un cierre vial de alto impacto

Con muy poco tiempo de anticipación, información a cuentagotas y deficientes planes de divulgación de rutas alternas, decenas de miles de conductores están por enfrentar el cierre de de un tramo de la ruta Interamericana, exactamente en el kilómetro 27.5. El motivo es la construcción de un viaducto que debió ser planificado desde años atrás —igual que las vías alternas—, mucho antes de que las administraciones municipales de San Lucas Sacatepéquez permitieran la expansión comercial en ese trayecto sin un adecuado análisis de los derechos públicos de vía.

Nadie duda de la utilidad de la obra planificada, ante las largas filas de vehículos que se forman a diario a la entrada de ese municipio, sobre todo fines de semana, ya que es la ruta obligada hacia el principal destino turístico del centro del país: Antigua Guatemala. Pero no solo es eso: esta carretera conecta con el altiplano occidental, núcleo productor agrícola que provee a la capital de verduras y legumbres. Además, miles de personas acuden a trabajar desde Sacatepéquez, Chimaltenango y Sololá a la zona metropolitana, con lo cual el atasco se anticipa colosal y las pérdidas colaterales ni siquiera se contemplan en el costo que tendrá la obra.

Por si fuera poco, los desvíos sugeridos por el Ministerio de Comunicaciones no necesariamente tienen la capacidad de soportar la carga vehicular, que se estima en decenas de miles de vehículos livianos, autobuses, camiones y tráileres, a diario. El costo de oportunidad es demasiado alto en las actuales condiciones, por lo que debería posponerse el inicio del proyecto y estudiar otras opciones para no cerrar tan crítico paso de manera tan súbita y durante tanto tiempo, casi dos meses y medio.

El desordenado crecimiento urbano tiene su tajada causal del problema, pues algunos negocios del mercado de San Lucas ocupan literalmente hasta las aceras. El descontrol de administraciones anteriores pasa factura. Desafortunadamente no es el único cuello de botella de este tipo y por esta causa, pues situaciones similares ocurren a diario en Palín, Escuintla; San Bernardino y Cuyotenango, Suchitepéquez, o en la misma ruta Interamericana, en jurisdicción de Chupol, Quiché, donde las ventas se apoderan de hasta tres carriles los domingos.

El retraso de la obra debería considerarse por varias razones de bien común: la primera es que permitiría a los automovilistas adaptar su logística personal a las limitaciones por venir. Segundo, se podrían mejorar, de manera consistente y seria, las condiciones de los caminos alternos, así como la señalización, que hasta ahora es poco clara. Los mismos medios digitales disponibles pueden aprovecharse para orientar a los usuarios, aunque para ello se necesita una estrategia clara y profesional por parte de la comuna de San Lucas y del propio ministerio en cuestión.

Finalmente es necesario resaltar que este tipo de dificultades se deben agradecer a la falta de visión de sucesivos gobiernos, que ya sea por conflictos de interés, desidia o incapacidad no se han lanzado a completar el proyecto de un anillo regional interdepartamental, que por su costo es improbable que pueda ser desarrollado por el Estado. Se necesita de una inversión que podría alcanzarse mediante una alianza público privada, pero tal herramienta está igualmente bloqueada gracias a los conflictos de interés o incapacidad de los diputados al Congreso de la República, que tienen engavetada la iniciativa.

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