EDITORIAL
Un desperdicio hecho de secretismo y negligencia
Las cosas a escondidas se presumen malas, y aunque lleguen a ser buenas quedan marcadas con la duda si no se aclara el proceder. Pero el asunto solo empeora si la acción opaca va seguida de contradicciones, incompetencias y excusas legalistas. En el caso del famoso contrato ruso para la compra de vacunas Sputnik V, por Q614 millones, las contradicciones se sucedieron, las incompetencias para su distribución fueron evidentes y las excusas se siguen escuchando hasta ahora, incluyendo el endoso de culpas a la población que no quiso vacunarse por temor, por prejuicios e incluso por la imposibilidad de acudir a centros de inmunización.
Ni el ejército de netcenteros ni el poblado número de relacionistas públicos de tantos ministerios fueron capaces de sumar esfuerzos interinstitucionales para efectuar una campaña de divulgación oportuna, preventiva, con enfoque multicultural, plurilingüe, audiovisual y con participación de líderes comunitarios para procurar confianza y atajar la proliferación de rumores, bulos y miedos infundados. Obviamente es más fácil tomarle fotos a conferencias de prensa o a ministros ególatras. Si la comunicación estatal no funciona en momentos críticos de verdadera relevancia histórica, es un gasto en propaganda vacua.
Hasta la misma cuestionable tardanza de entrega de las vacunas rusas pudo servir para el propósito educativo mencionado. El vencimiento del último lote disponible deja un saldo lamentable: 62% de las dosis compradas se perdieron. Desafortunadamente, también hay pérdida de vacunas donadas, aunque en menor proporción, ya que las dosis de Moderna, Pfizer y AstraZeneca les daban más confianza a los guatemaltecos.
Aún así, solo el 45% de mujeres y el 38% de hombres tienen esquema completo de dos inyecciones en el país. La tercera dosis ha sido recibida solo por 2.6 millones, y aunque los canales publicitarios estatales resalten el total de 16.9 millones de dosis suministradas, este se divide entre los grupos mencionados y queda más de la mitad de guatemaltecos pendientes de vacunar, entre estos cientos de miles de niños de entre 6 y 11 años que precisan de una segunda dosis que no ha sido adquirida, pese a que ya venció el plazo para su administración.
Pedir nuevas donaciones a Estados Unidos podría ser una salida, ante la necesidad de inmunizar a los escolares que regresan a las aulas, pero los desplantes declarados o velados del gobierno de Giammattei Falla a requerimientos y observaciones de ese país hacen improbable tal petición, para evitar tácitos compromisos, incluso si el gobierno de Biden otorgara la ayuda sin condición expresa. Salud anunció que comprará vacunas para niños a través del mecanismo Covax, de Naciones Unidas, el mismo que meses atrás era cuestionado por su tardanza, la cual se debía a que debía distribuir dosis a medio mundo. No hay certeza de fechas o cantidades en plena desescalada de medidas sanitarias.
Ningún país ha logrado vacunar a toda su población, pero Guatemala está entre los más atrasados del continente. Además existe un flujo constante e incluso creciente de migrantes cuyo estatus de inmunización es desconocido. Los repuntes de coronavirus en China han sido contenidos mediante confinamientos, pero ello no elimina el riesgo de brotes de nuevas cepas en otros países. Así que no hay tiempo que perder y la vacunación a los menores debe proseguir a la brevedad posible.