EDITORIAL

Un diálogo que puede ser modelo a seguir

En medio de las restricciones de la pandemia, en mayo último, resurgió un conflicto limítrofe añejo, trágico, cíclico, entre Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, dos municipios de Sololá que sostienen diferencias por la jurisdicción de ciertos terrenos, una disputa a la cual han contribuido otros intereses que a su vez añadieron volatilidad al asunto. Durante los operativos desarrollados por la Policía, el Ministerio Público y el Ejército se han encontrado buzones de armas, a veces después de otros decomisos en el mismo lugar, los cual evidencia la intervención de terceros interesados en exacerbar la violencia.

Es precisamente por este contexto, por tantos fallecidos en enfrentamientos, por el daño a la productividad y, sobre todo, por la gran necesidad de desarrollo en ambas localidades que tiene una gran importancia el acuerdo anunciado y firmado ayer entre representantes de las mismas, gracias al diálogo propiciado y encabezado por el vicepresidente de la República Guillermo Castillo, quien lamentó los años de enfrentamientos, aunque augura un arreglo pacífico y definitivo de las diferencias.

La presencia de los respectivos alcaldes, así como de representantes de vecinos, evoca un compromiso serio y un profundo deseo de acabar con las rencillas. Este es solo el comienzo de una ronda de conversaciones, con la mediación del obispo Gonzalo de Villa, en los cuales se efectuará una delimitación consensuada y se trazarán proyectos apoyados por el gobierno central, como un respaldo a las autoridades locales, pero también de demostrar que con unidad se logra más que con polarización, con hermandad se avanza más que con resentimientos y que ceder no significa una derrota, pues trae beneficios mucho mayores.

Este conflicto es tan solo uno de muchos que se encuentran latentes en diversas localidades: en ciertos casos es por disputas de territorio, en otros hay diferencias históricas entre grupos y algunos más constituyen reclamos de propiedad de determinadas áreas. En todo caso, la metodología de aproximación imparcial y con pertenencia cultural puede convertirse en un modelo digno de sistematizar.

Se ha cuestionado la tácita supresión de entidades gubernamentales destinadas a tratar de desactivar conflictos debido a que no se conoce de instituciones que provean continuidad a procesos de larga data. En este sentido sería constructivo que el Ejecutivo divulgue sus planes al respecto y los nombres de las personas directamente responsables de frenar focos de violencia. Para los planes de descentralización del desarrollo, creación de nuevos corredores productivos, generación de infraestructura de ciudades intermedias y hasta para la propia gobernabilidad es imprescindible contar con una visión clara de las zonas que precisan de atención urgente.

La cultura del diálogo llegó a ser instrumentalizada por ciertos grupos y personas a quienes no les interesa el establecimiento de un consenso. Por el contrario, esgrimen el término solo para forzar la presión y ocultar el chantaje convenenciero. Esto se da en el plano de la conflictividad territorial y también en exigencias de ciertos dirigentes sindicales. Los gobernantes que han cedido a tales coacciones, creyendo que ganan un aliado, terminan atados a un pesado marro de onerosos compromisos. No obstante, este no es el caso de Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, dos pueblos que se dan la mano, que superan sus diferencias con la vista puesta en una meta común.

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