EDITORIAL
Un ente inerte, costoso y disfuncional
Guatemala debe salir del Parlacén cuanto antes. Para ahorrar fondos, para evitar conflictos de interés y frenar la oscura confusión de impunidad que rodea a quienes de pronto resultan ganadores de una especie de beca improductiva, puesto que las decisiones de tal organismo no han sido ni son ni serán nunca vinculantes, sobre todo porque las legislaciones constitucionales de cada país miembro lo impiden y, además, porque la representatividad de sus “diputados” presenta un creciente agujero de legitimidad. La mejor prueba fue el manifiesto rechazo de tantos ciudadanos expresado vehementemente a través de mensajes escritos para anular la papeleta en los comicios de junio.
El presidente Alejandro Giammattei está llamado a encabezar el movimiento para desenganchar a Guatemala de este fuero anodino e improductivo. Justo en el arranque de su administración, con un caudal fresco de expectativa pública, contará con el apoyo mayoritario de la ciudadanía guatemalteca para comenzar el cierre de este símbolo regional de burocracia estéril. Si bien, en enero, los vicepresidentes de Guatemala y El Salvador hablaron de una posible reforma de este organismo para hacerlo funcionar, cabe cuestionar si es necesario alargar más tal decadencia, sobre todo a la luz de las negociaciones aduaneras, los convenios de cielos abiertos o el acuerdo CA-4 de libre movilidad, que son fruto del Sistema de Integración Centroamericana, no del Parlacén.
El carácter anodino del Parlacén no es una aseveración que nazca de la noche a la mañana, sino un hecho plenamente demostrado. Si bien es cierto que nació en 1991 bajo un ideal de avance e integración regional, esto se ha conseguido sin su concurso.
Sin embargo, pese a ello, se suceden los años, lustros, décadas, en que gobierno tras gobierno se pagan jugosos sueldos y dietas —US$4 mil al mes por cada diputado que asiste a las esporádicas sesiones—, más vehículos, gastos de personal, inmueble y hasta conatos de un exorbitante gasto en la construcción de una sede, lo cual no se ha concretado, precisamente por su improcedencia.
El expresidente Jimmy Morales y su compañero de fórmula asumieron con premura una diputación el mismo 14 de enero, en una sesión que fue debidamente anticipada y luego desarrollada en un hotel, a causa de protestas, bajo la presidencia saliente de Alfonso Fuentes Soria, quien actualmente figura en un cargo dentro del gobierno guatemalteco. Cabe añadir que actualmente la presidencia rotativa del ente está a cargo de Nadia de León, hija de la expresidenciable Sandra Torres.
En cada país integrante se han producido expresiones de descontento respecto del costo, desempeño y relevancia de la respectiva participación en el Parlacén, aunque en algunos casos solo se ha tratado de un alardeo politiquero, tal como ocurrió en 2009, cuando el entonces candidato a la presidencia de Panamá, Ricardo Martinelli, prometió sacar a su país de ese foro, lo cual no solo incumplió, sino que, además, en 2014, al dejar la presidencia, se refugió en él, debido a una persecución penal en su contra, aunque en el 2015 la misma entidad señaló que el exmandatario no gozaba de inmunidad, por no haber sido electo por voto popular, lo cual constituye un precedente interesante, aunque el tema de fondo continúa siendo el dispendio infructuoso y el rechazo manifiesto de la población que con sus impuestos sufraga un millonario aporte anual.