EDITORIAL
Un pacto que relega la calidad educativa
Las condiciones que se negocian en el Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo del Ministerio de Educación salieron a luz finalmente, a pesar de la resistencia durante meses de las mismas autoridades de la cartera y el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala, Joviel Acevedo. Pareciera que ambas partes volvieron a olvidar la urgente necesidad que tiene el país de una auténtica reforma educativa, con un efectivo régimen de incentivos y sanciones, con evaluaciones de calidad de desempeño vinculantes y una ruta de profesionalización real.
A la sombra de la secretividad, opacidad y lesividad para los intereses de la niñez, la juventud y futuros profesionales, esta nueva negociación se encamina a ser un nuevo y triste capítulo que se cerrará con los apretones de mano entre Acevedo y sucesivos mandatarios que dejarán al margen la calidad educativa como eje de las condiciones de trabajo de miles de maestros y solo apuntan a más gasto y mediocridad en el sistema de enseñanza nacional.
Nadie se opone a que los maestros, la mayoría de ellos entregados con pasión y amor a su trabajo, sean remunerados de la mejor forma posible, pero pactos opacos como el conocido ayer se vuelven del todo cuestionables cuando, de nuevo, se evade vincular esos aumentos salariales y bonos con los méritos y logros atados a la mejora de la enseñanza y, por lo tanto, de la calidad educativa de millones de estudiantes.
Guatemala es uno de los muchos países que adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre los cuales resalta, para 2030, aumentar sustancialmente el número de jóvenes y adultos que posean las competencias necesarias, en particular técnicas y profesionales, para acceder a trabajo decente y emprendimiento; además de incrementar sustancialmente la oferta de maestros calificados. Sin embargo, el pacto negociado dista de llevar al país a alcanzar dichos compromisos.
Al contrario, existen alarmas lanzadas desde hace varios años por centros de análisis nacionales y entidades internacionales, las cuales se han acrecentado en el último año, por deterioro de la situación, producto de los casi dos años de pandemia, durante los cuales la mayoría de menores en edad escolar se alejaron de las aulas.
Por ejemplo, a finales del 2021 el Laboratorio Latinoamericano de la Calidad Educativa de la Unesco presentó los resultados del Estudio regional comparativo y explicativo de los factores que inciden en el aprendizaje de los niños, en el cual, para el caso de Guatemala, advierte de un grave retroceso de los resultados entre 2013 y 2019 en las pruebas de Lectura y Matemática efectuadas a estudiantes de tercero y sexto grados, tanto de instituciones públicas como privadas.
La entidad advierte de que Guatemala no ha recorrido un camino de mejora en la calidad educativa, sino, de alguna manera, esta se ha ido degradando con el paso del tiempo, por lo cual saltan dudas sobre los programas y estrategias dirigidas a mejorar el aprendizaje en Lectura, Matemática y otras áreas curriculares, lo cual, como bien dice el informe, se evidencia porque es clave el papel de los maestros para que sus alumnos logren las competencias deseadas.
Lo que es palpable en el secreto pacto colectivo descubierto ayer, es que dista de interesarse, legítimamente, por el bienestar de los guatemaltecos.