EDITORIAL
Un reto ineludible
La basura es un problema de grandes dimensiones que llega desde centros urbanos hasta el océano, a través de las cuencas fluviales, pero sobre todo a causa de la irresponsabilidad, el descuido y la indiferencia de personas que lanzan desechos plásticos desde los vehículos, dejan tiradas bolsas de desperdicios en calles y botaderos clandestinos.
Pero el problema va más allá de estas actitudes destructivas: el sistema de recolección y disposición urbana de desechos resulta obsoleto porque ya no basta con acumularlos y cubrirlos con capas de tierra. El caso del vertedero de Amatitlán, prácticamente en el final de su vida útil, exhibe la urgencia de establecer una ley que obligue a la clasificación de residuos para poder reutilizar materiales que hoy día, tarde o temprano, van a dar a los ríos, lagos y costas.
Esta misma semana se tuvieron dos noticias que evidencian la gravedad del desafío. El fotógrafo Sergio Izquierdo realiza desde hace años un esfuerzo por divulgar el impacto de la basura que arrastra el río Motagua hasta el mar Caribe. Parte de esto desechos flotan en las proximidades de playas hondureñas y otra parte yace en el lecho marino, como una especie de vertedero acuático que a la larga perjudica a toda la región, debido a que el impacto ecológico se extiende cada vez más.
Prensa Libre tuvo oportunidad de constatar este devastador efecto que interrumpe el ciclo de vida de diversas especies, entre ellas los corales, que son fundamentales para la sobrevivencia de otras. La queja hondureña no es nueva. Se implementaron algunas medidas emergentes, como la instalación de biobardas en el cauce del río, pero seguirán siendo insuficientes mientras no se detenga el origen de tanta basura.
Es aquí donde figura otro síntoma que esta misma semana se pudo observar. En varias zonas capitalinas y cabeceras hubo inundaciones que impidieron la locomoción y dejaron pérdidas materiales. Los primeros señalamientos apuntaron a las municipalidades, bajo diversas consignas referentes al estado de los drenajes o la administración de recursos. Sin embargo, además de esa posibilidad existe un factor común: el arrastre masivo de desechos, mayoritariamente plásticos, tirados en aceras, calles, plazas y mercados, y arrastrados por las escorrentías. Esto causa taponamiento de tragantes o bloqueo de tuberías, algunas de las cuales datan de hace varias décadas y son de por sí insuficientes. Y si esa basura logra pasar, entonces va a dar a los ríos, que se utilizan como desagües, y de estos al mar, en un interminable ciclo que ahoga al mundo entero.
Las autoridades municipales o gubernamentales volverán una y otra vez a endosar responsabilidades, lo cual puede servir de excusa. Sin embargo, la transformación total del tratamiento de desechos también está en sus manos. Formular iniciativas de ley, implementar mecanismos de aprovechamiento inteligente de materiales y la creación de políticas de desarrollo ambiental realistas y sostenibles forman parte de sus atribuciones. El problema de la basura no es solo estético o urbanístico, es una amenaza grave para el aprovisionamiento de agua, para los parajes turísticos y para la vida misma.