EDITORIAL

Una guía nacional a mediano plazo

El plan Katún 2032, cuyo lanzamiento se efectuó hace cinco años y cuya implementación quedó parcialmente nublada por la agitación del 2015, tiene el valor de ser el producto de un intenso trabajo de un equipo de técnicos y expertos que se concentraban en él desde mucho antes del inicio del ahora gobierno saliente, que adoptó algunos de sus elementos, al menos discursivamente.

Este proyecto nacional contiene grandes metas nacionales trazadas bajo una metodología de trabajo que requería de una ejecución sostenida, técnicamente monitoreada y políticamente consensuada; lamentablemente, no en todas las áreas de desarrollo previstas se contó con todos los recursos, no en todas las dependencias estaba a cargo el personal idóneo y, más lamentablemente aún, las brújulas políticas se encontraban desbalanceadas a causa de intereses parcializados, polarización y afanes de impunidad.

Dicha estrategia mantiene su valor debido a que sus grandes objetivos persisten, sobre todo en cuanto a la promoción de una mayor equidad social, reducción de la pobreza, consolidación de la democracia como sistema de libertades y legítima representación, así como el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y humanos del país, sin dejar de lado la generación de nuevas oportunidades de industrialización, evolución en la producción y diversificación agrícola, establecimiento de nuevas ramas productivas y un horizonte de competitividad.

Es de esperar que Ejecutivo y Legislativo entrantes no solo declaren su adhesión a los grandes lineamientos del plan Katún 2032, sino a las metodologías concretas para la consecución de objetivos, fiscalización de resultados y la corrección de prioridades marcadas, puesto que resulta discursivamente fácil exaltar metas idílicas, pero se necesita de una voluntad política y ética que mantenga su coherencia más allá de los avatares coyunturales, las exigencias de financistas, las agendas partidarias y los egocentrismos.

Cada administración de gobierno que comienza tiene un saldo positivo de confianza ciudadana a su favor. El gobierno saliente no supo o no pudo aprovechar la amplia expectativa ciudadana y terminó repitiendo vicios de la “vieja política”, tales como la contratación de allegados no idóneos, la resistencia a la cuentadancia, la fiscalización por parte de terceros, los recurrentes gastos suntuarios y la desviación metodológica de grandes proyectos que terminaron pasando una factura de rezago en indicadores de nutrición, calidad educativa e incluso competitividad global.

Para el plazo marcado por el Katún 2032 faltan tres períodos de gobierno, pero para dar señales de una dirección correcta el Ejecutivo tiene, probablemente, los primeros 12 meses, que pueden sonar como un plazo muy corto, aunque igualmente podría sentirse que el último año de FCN-Nación, en el cual se disparó la migración, aumentó la desnutrición crónica y avanzó poco en el combate a la delincuencia. Las acciones hablan y los hechos son más que elocuentes.

A manera de corte de caja, a partir de hoy en las páginas de Prensa Libre se publican una serie de reportajes que, bajo la etiqueta Nuevo Gobierno, presenta a los guatemaltecos cuál es el estatus, incluyendo avances y retrocesos del gobierno que se va y desafíos para el que llega, de las áreas torales para el desarrollo del país.

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