EDITORIAL

Una tragedia diaria e imperdonable

No hay palabras suficientes para describir el horror, la angustia y la agonía de decenas de migrantes hacinados y asfixiados en un furgón localizado en San Antonio, Texas. Al menos siete guatemaltecos viajaban en el infortunado grupo. No son los únicos ni los primeros compatriotas en perecer en el azaroso éxodo diario que persiste hacia el norte.
El presidente Giammattei Falla culpó a través de un tuit, la noche del lunes, a las redes de trata de personas por esta tragedia, cuando aún no se sabía de los connacionales fallecidos. En efecto, esas bandas tienen una ominosa culpa en este ilícito negocio, pero también hay causas internas que disparan el desesperado viaje.

El mandatario se encontraba, por coincidencia, en Washington para abordar el tema migratorio con el gobierno de EE. UU y también para protestar ante la Organización de Estados Americanos por la inclusión de Guatemala entre los países violadores de los derechos humanos en el informe 2022 de la CIDH, entidad a la que señaló de “activismo político” y de “extorsión”, e invocó el término soberanía para exigir que no critiquen a su gobierno, al tiempo que denunció que el informe deja fuera los que considera logros de Estado.

En forma paradójica, la mañana de ayer trascendió la identificación de guatemaltecos entre las víctimas del tráiler de la muerte: una realidad que pone en relieve el fracaso práctico en el abordaje de las causas de la salida de guatemaltecos indocumentados a Estados Unidos. Los planes de creación de empleos en la provincia, ampliación de oportunidades de educación para jóvenes y capacitación productiva para mujeres, tan vociferados en la campaña del partido Vamos, se quedaron varados, entre una amplia gama de excusas y endoso de culpas.

La alianza oficialista del Congreso de la República ha abonado a la agudización de la crisis con la aprobación de leyes anodinas y millonarios bolsones electoreros para oscuras obras, en lugar de fortalecer la implementación de programas de seguridad alimentaria, creación de becas o financiar proyectos de emprendimiento comunitario artesanal, ecoturístico o agrícola que devuelvan la esperanza a los parajes de provincia de donde salen tantos guatemaltecos hacia el norte, a un destino incierto.

La más triste prueba del descuido de una agenda integral de desarrollo en este gobierno son los 155 mil guatemaltecos detenidos en la frontera de EE. UU. desde octubre hasta mayo último. México ha reportado un aumento del 70% en la cantidad de migrantes guatemaltecos deportados. Queda en la zona gris del subregistro la cantidad de fallecidos en el camino, víctimas de bandas criminales o que sucumben al cruzar zonas desérticas. Ello por no mencionar a los connacionales ultimados por policías, o niños que han muerto bajo custodia en centros de detención.

Un mejor argumento para exponer la supuesta convicción gubernamental por la defensa de los derechos humanos habría sido cambiar la alocución en la OEA para recordar nombres y apellidos de esta y otras tragedias migrantes. Es imperdonable que no se haya aprovechado el foro continental para condenar con vehemencia el deceso de tantos guatemaltecos y demandar cooperación e inversión con el fin de impulsar el desarrollo. Es imperdonable que se haya preferido el tono hepático en lugar de asumir un papel propositivo, tendiente a unificar esfuerzos para frenar las causas de la migración. Pero todo parece indicar que la escenificación de apertura y asertividad solo está reservada para los discursos de campaña.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: