EDITORIAL
Viaje súbito agrega opacidad a operación
Aunque ya pasaron casi seis meses desde que trascendió la evaluación con opción a compra, por parte del Ministerio de la Defensa, de dos aviones tipo Pampa a la Fábrica Argentina de Aviones Brigadier San Martín (Fadea), que depende del Ejército de ese país, hasta ayer no existía una declaración clara ni transparente del gobierno de Jimmy Morales acerca de la intención de efectuar tal adquisición, la cual representaría una erogación de Q215 millones, que no son ninguna bicoca.
En enero último, medios argentinos revelaron la visita del ministro de la Defensa guatemalteco, Luis Miguel Ralda, y el viceministro Roberto Ruiz, para hacer una prueba de vuelo del Pampa de tercera evolución. Ruiz montó en cabina junto al piloto de pruebas local e hicieron varias maniobras. En aquel momento el vocero del Ejército descartó cualquier intención de comprar esas aeronaves y afirmó que la demostración fue un acto de cortesía para los visitantes, e incluso añadió que dentro de la planificación para los siguientes años no se tenía contemplada una compra de este tipo.
El lunes último, el periódico argentino Clarín daba prácticamente por sentada la venta de dos de los mencionados aviones. Para ayer estaba programada la reunión entre el ministro de Defensa argentino y el guatemalteco, que coincidió con el repentino viaje de Jimmy Morales a Buenos Aires, después de haber asistido a la toma de posesión de Laurentino Cortizo en Panamá. Según el programa oficial divulgado por la Secretaría de Comunicación de la Presidencia, Morales se reunirá con su homólogo Mauricio Macri para después ir a la aeroestación militar El Palomar, que es donde se han ofrecido, coincidentemente, las demostraciones de los Pampa III.
Dicho programa no explica otra finalidad de la estadía del mandatario guatemalteco en esa base. Esta vez, el vocero del Ejército admitió que sí han evaluado la compra de aeronaves, de la República Checa y de Argentina, e incluso dio detalles de los aspectos analizados, aunque declaró que supuestamente no se ha tomado una decisión ni se ha dado pago adelantado alguno.
El Gobierno ha sostenido que Guatemala requiere de aeronaves para poder utilizarlas en reforzar la vigilancia del territorio nacional y el combate del narcotráfico. Ello puede tener validez. Lo que despierta verdadera ojeriza son las circunstancias en las cuales se ha desarrollado esta negociación, si las dos ofertas recibidas son las únicas disponibles en el mercado y si el costo pretendido es ventajoso para los contribuyentes. Por otra parte, si la tarea de la lucha contra el trasiego de drogas tiene a Estados Unidos como tercero interesado, cabe cuestionar por qué esta nación, con la cual el gobierno de Morales ha intentado una y otra vez congraciarse, no ha optado por brindar asistencia en equipo para tales fines. Por otra parte, existen en el tiempo actual otras opciones de vigilancia aérea, no solo satelital, sino a través de drones, que podrían resultar más económicos de sufragar y mantener para un país con ingentes necesidades de inversión en campos sociales, agrícolas y educativos. De concretarse hoy esta adquisición a espaldas del pueblo de Guatemala, el presidente Morales tendrá que comprobar no solo la pertinencia, sino la idoneidad y el debido procedimiento de probidad para la misma, puesto que se trata de un gasto oneroso sobre el cual se ha negado sistemáticamente la información pública. Ya se tuvo en el gobierno del partido Patriota la experiencia de una oscura compra de los Supertucanos brasileños, que finalmente fue abortada por entrañar oscuras condiciones.