EDITORIAL

El mejor lugar para la política

Una de las frases más memorables y punzantes de Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) para referirse a ciertos personajes era: “Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, todavía te queda la opción de hacerte político”, en una clara expresión de desprecio hacia quienes pueden representar un lado muy oscuro de una sociedad y cuya máxima expresión de inutilidad se refleja en la mayoría de los diputados.

En general, en demasiados países del mundo, hablar de un Congreso se ha convertido en sinónimo de guarida de gente incapaz de ver un poco más allá de sus propios y mezquinos intereses, lo cual se ratifica llegado el momento de discutir leyes de trascendencia nacional, en el mejor de los casos, o de fabricar leyes a la medida de quienes tienen la capacidad de financiamientos oscuros por su subordinación.

Un solo proyecto de reformas al sector Justicia ha bastado para conocer la manera inaceptable con la que generalmente se procede en el Parlamento. Con la discusión de dos artículos se evidencia que el único interés de los parlamentarios es boicotear todo proceso encaminado a dotar de mayor independencia a jueces y magistrados, porque existe un generalizado temor a una justicia plena, aunque por otro lado hay dudas también acerca de la efectividad de este plan, por la manera como funcionan las cosas en el país.

Ese proyecto ha sido bloqueado desde un inicio y el primer artículo sobre el que se centró la discusión fue el relativo al reconocimiento de la justicia indígena, el cual entrampó la discusión durante varias semanas, hasta que en una serena decisión de las autoridades ancestrales fue retirado. Al persistir el boicot, se comprobó que ese no era el obstáculo para que prosperaran las discusiones.

Ahora es el artículo relativo a la creación de un consejo administrativo en el Organismo Judicial el que de nuevo paraliza la discusión y es probable que surjan muchos más, por el mismo miedo, pues es obvio que existen muchos temores de que se pueda viabilizar la independencia del sistema de justicia.

Esa es la verdadera razón por la que se ha obstaculizado el avance de las discusiones en el Congreso y también está claro que el sector más poderoso que se opone a las reformas es el de exfuncionarios corruptos alojados en uno de los cuarteles del Ejército. A ellos se unen diputados que tienen claros vínculos con criminales y algunos empresarios coludidos con las mafias que también temen a una justicia plena.

Poco va a cambiar en el corto plazo, pues el Congreso está a las puertas de iniciar el prolongado receso de medio año, de dos meses, y aunque algunos han argumentado que ese tiempo les sirve para visitar sus comunidades, eso tampoco es cierto, pues muchos no se atreven a presentarse ante sus votantes, por el bochorno que causa esta legislativa, ante su abierta oposición a los cambios.

Las palabras del escritor londinense Chesterton se aplican a la legislatura guatemalteca, cuya mayoría de diputados tiene limitaciones, al punto de que pareciera que es el Congreso el único lugar donde pueden materializar su modus vivendi, aunque sea a costa de un enorme daño para el país.

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