EDITORIAL

Es insostenible régimen tiránico

El drama de Venezuela, en más de un sentido, no resulta ajeno. Las escenas transmitidas en los últimos días en las que sicarios al servicio de un modelo tiránico agreden a la población que protesta contra Nicolás Maduro, son un triste recuerdo de lo que las hordas eferregistas hicieron durante el jueves negro en julio del 2003, en apoyo a la ilegal candidatura de Efraín Ríos Montt y el extendido abuso de poder del Frente Republicano Guatemalteco.

Esos atropellos tuvieron otra no menos grotesca escena, el pasado miércoles, cuando un grupo de choque chavista-madurista invadió la Asamblea Nacional de Venezuela, en un acto vandálico acentuado por la indiferencia y el apoyo de algunos integrantes de la guardia militarizada fiel al Gobierno, lo cual solo refuerza el criterio de la insostenibilidad del mismo.

Se cumplen cien días de protestas contra Nicolás Maduro, quien lejos de atender las demandas de buena parte de la población, ha recrudecido la represión y pretende seguir adelante con una aberración llamada “constituyente” con la que intenta legitimar una gestión ya totalmente erosionada.

Esos abusos son intolerables y más bien se le debe exigir al régimen un mínimo de cordura, de respeto a la institucionalidad y el sometimiento a la justicia de quienes han convertido a las calles de Caracas en escenario de terror para los opositores, ante el abuso y los ataques de las hordas maduristas que han encontrado en la represión la única vía para aferrarse al poder con el apoyo de militares corruptos.

La situación en Venezuela se ha hecho insostenible: las protestas no dan tregua al régimen y lo más apremiante es la crisis económica en la que está sumido el país, que Maduro pretende corregir con medidas inútiles como un nuevo aumento al salario mínimo, que lejos de ser un alivio para la población se va a convertir en una nueva escalada de precios y de aumento al desempleo.

El tiempo se acorta para los bandos en disputa, pues la oposición promete redoblar las protestas y en los planes de Maduro se mantiene la fecha del 30 de julio para elegir a quienes redactarán una nueva constitución. Este próximo fin de semana la oposición realizará un referendo, para que la población se pronuncie sobre la nueva intentona de Maduro.

Toda la esperanza del madurismo está depositada en un proceso fraudulento, porque es difícil que pueda salir airoso en las urnas, si se respeta el veredicto de la población que ya le dio un revés con la elección de una mayoría opositora en el poder Legislativo hace 18 meses.

La liberación del líder opositor Leopoldo López, bajo arresto domiciliario, es otro gesto desesperado del agonizante régimen y lejos de verse como algo humanitario fortalece a la oposición, que suma adeptos contra el generalizado abuso.

La convulsión social en Venezuela se ha convertido en una tragedia latinoamericana que debe terminar, porque mantener un régimen abiertamente impopular solo puede traducirse en muerte y mayor represión. Los verdaderos culpables son los países que, como Estados Unidos y las minirepúblicas caribeñas, se opusieron o no votaron en la OEA en contra de la dictadura madurista.

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