MIRADOR

Geopolítica en la política

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Permítaseme, a modo de “elucubración racional”, que reflexione sobre el desenfoque, a mi entender, en relación con la financiación de ciertos partidos políticos.

Existe una percepción general de que parte sustancial del dinero utilizado en campaña procede del narcotráfico y del crimen organizado. Mi particular hipótesis es que no es exactamente así, razón por la que andamos confusos y perdidos en un circular análisis.

Piense el lector en una cantidad que durante el presente proceso electoral y los años previos haya podido invertir el partido más gastón. Contestada esa pregunta por amigos, el monto conservador se cifra entre 50 y 80 millones de dólares. El narcotráfico (que no son todos los narcotraficantes) podría aportar un 15/20% de la estimación, pero falta el resto de esa grosera cifra. ¿Quién, y por qué, tiene interés y capacidad para “donar” tal suma millonaria a un partido que no gobierna? Considero que hay actores internacionales que, junto con los USA, son tradicionales jugadores en la geopolítica mundial.

El Presupuesto del Estado 2015 (Art. 61) contempla un incremento impositivo a las industrias extractivas, pero con trato preferente a las de jade (Corea —donde se “perdió” Monzón— concedió un doctorado a la exvice Baldetti) y a las de níquel, con influencia/interés —directo o indirecto— de Rusia (allá viajaron silenciosa, reciente y curiosamente cuatro diputados de Líder). Aún así, creo que no se focaliza ahí el problema de los fondos, pero los ejemplos empatan política doméstica y escenario geoestratégico.

La penetración en la región de empresas y empresarios honestos de China continental (RPCh) es clara e incuestionable, pero también lo es la incidencia de la política exterior de aquel gobierno, de ética y valores diferentes a los tradicionales de Occidente. Comenzó en Panamá, continuó en Costa Rica (donación del Estadio Nacional —US$80 millones— y compra de deuda costarricense) y siguió en Nicaragua, con multimillonario aporte para la construcción del canal. Algunos de nuestros “prominentes” políticos frecuentan la RPCh, promueven buenas relaciones e incluso hablan del futuro común. Otros (o los mismos) van de visita con almuerzo incluido a la embajada asiática en el vecino México. Ciertas empresas de la RPCh son representadas por políticos con aspiraciones (o sus testaferros) y hay que recordar que Guatemala precisa de inversiones en torno a los US$10 mil millones para proyectos de gran envergadura. ¡El rompecabezas encaja!

En esta lucha por el dominio regional —más allá, incluso, de anular a Venezuela— USA estrecha vínculos con Cuba (¿casualidad?) y se “asegura” de que no estorbe más en su zona de interés. Complementariamente, aumenta la preocupación en el Norte por partidos políticos que pudieran estar financiados por ciertas potencias extranjeras, y existe en la región una sórdida lucha de intereses. Analizar los acontecimientos de Siria podría ayudar a comprender cómo esa convergencia geoestratégica es mayormente culpable de que la guerra civil no finalice o de que se haya cuestionado el liderazgo de Obama, al haber perdido la iniciativa en determinado momento frente a Pekín o Moscú.

Quizá sea mucho pensar, pero al preguntarse: ¿quién gana con todo esto?, la respuesta orienta la reflexión hacia el convulso tablero geopolítico, aunque el pensamiento a corto plazo, unido al localismo imperante, serían los árboles que no han dejado ver el bosque. Invaden en silencio y no lo percibimos. ¡Ahí queda la preocupación!…, o la elucubración y el pisto.

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ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

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