EDITORIAL

Ineptitud y temor paralizan el gasto

La diputada Nineth Montenegro, de Encuentro por Guatemala, presentó ayer un análisis de la ejecución presupuestaria para este año, en el cual destaca que hasta el 30 de noviembre alcanzaba desembolsos o compromisos por 77.37 por ciento, constituyéndose en la más baja de los últimos años.

Los datos son demoledores y evidencian la precaria administración de los recursos públicos, cuya mala ejecución descansa en dos razones. La primera es por simple incapacidad de muchos de los funcionarios y en el segundo caso esto también ocurre porque hay situaciones en las que los controles hacen más difícil los desembolsos clientelares y hay resistencia a firmar erogaciones con el sello de la corrupción.

El caso más reciente e ilustrativo es el de la exviceministra Rosa Elvira Pacheco Magandi, del Ministerio de Agricultura, quien fue destituida por el presidente Jimmy Morales cuando ella se negó a hacer compras millonarias anómalas, las cuales además implicaban prefacturar la adquisición de productos. Y aún no se ve la más mínima intención por parte de la Presidencia de investigar la denuncia.

También ha ocurrido bajo otra modalidad en el Ministerio de Comunicaciones, donde las máximas autoridades se resisten a ejecutar, con el argumento de que los procedimientos son engorrosos, por no decir que hay pasos que impiden adjudicaciones con dedicatoria y hasta se ha intentado implementar estados de Excepción, para gastar sin barreras legales.

A eso se debe la vergonzosa ejecución que hasta noviembre llevaba ese ministerio, que está prácticamente en 50 por ciento. Y sin que el de este año haya sido el peor invierno, como también insiste en mentir el presidente, es cuando el deterioro se ha generalizado en la red vial, con un perjudicial efecto para las actividades comerciales, el turismo y los propios transportistas y automovilistas.

Por supuesto que todavía hay casos más vergonzosos por retener de manera perniciosa esos recursos, como ocurre en el Ministerio de Desarrollo, cuya ejecución apenas rebasa el 38 por ciento, en un país con niveles de desnutrición y pobreza intolerables, sobre todo porque tiene rubros importantes por atender, como el estímulo a la salud y a la educación, que obviamente han quedado abandonados este año.

Existen muchas otras causas para esta deplorable administración de los recursos, pero la más obvia parece ser la estulticia en la planificación de obras, compras y adquisiciones, aunque también pudiera ser que sobran recursos, porque los presupuestos siguen estando inflados y si no existieran leyes para garantizar la transparencia podría ser mayor el gasto, pero con las mismas características de gobiernos anteriores.

El otro caso vergonzoso, por ser el tercero en baja ejecución, es el del Ministerio de Cultura y Deportes, que apenas logra 52 por ciento, cuando buena parte de esos recursos podrían estar destinados a sectores vulnerables y proclives a la violencia, como son los jóvenes.

Lo más lamentable de esta miopía burocrática es que esta parálisis se traduce en falta de atención para miles de guatemaltecos, quienes se convierten en víctimas de la negligencia.

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