LIBERAL SIN NEO

La milenaria agricultura de subsistencia

Periódicamente leemos noticias y reportajes sobre lo que ocurre en Guatemala, que sacuden nuestra comodidad y complacencia. Me refiero concretamente a la desnutrición infantil y al riesgo alimentario que corre mucha de la población más pobre, por los caprichos del clima. Ambos se relacionan directamente con la agricultura de subsistencia, práctica milenaria y ancestral que denota pobreza y falta de oportunidades económicas. El que se alimenta de los granos que produce, es pobre, y en la medida que este oficio prevalece en altas proporciones de la sociedad, es indicativo de una sociedad pobre.

Nos enteramos, una vez más, como novedad repetitiva, que la falta de lluvia en algunas partes del corredor seco de oriente ha causado la pérdida de entre 80 y 90% de las cosechas de maíz, poniendo en peligro a muchas personas que dependen de sus cosechas para su alimentación. No falta quienes, para llevar agua a su molino, culpan de esto al fenómeno del cambio climático. Lo cierto es que la sequía como amenaza a la agricultura de subsistencia es un riesgo milenario recurrente, tan antiguo como la agricultura misma. No es un fenómeno moderno derivado del cambio climático, como tampoco lo es la pobreza. También nos enteramos, una vez más, por un reportaje de personeros del Banco Mundial en el país, que Guatemala ocupa el bochornoso primer lugar en la proporción de desnutrición infantil en América Latina. Aquí también se hace uso de la tragedia para impulsar el discurso de la desigualdad y la lucha de clases, como si la prosperidad de unos fuese la causa de la miseria de otros. Por cierto, el mismo reportaje propone que el Banco Mundial tiene la solución, que es fundamentalmente asistencial; trata el síntoma pero no la causa.

Esto no es decir que la asistencia no sea necesaria en el corto plazo. Aquí entra la discusión de responsabilidad y sentido de culpa de los que estamos bien, o al menos mucho mejor. La responsabilidad de aquellos, cuyo problema no es la falta de comida, sino el posible exceso de ella, a quienes no comen pan, no porque no tengan, sino porque engorda. ¿Tenemos responsabilidad? Pienso que sí, a pesar de, o quizás en virtud de, mi fuerte inclinación libertaria. Tiene que indignarnos la miseria, que haya tanto niño desnutrido y tanta gente dedicada a la agricultura de subsistencia en pleno siglo XXI. Entre nosotros, en las orillas de las esferas, sobrevive un mundo de miseria, de esa misma que aquejó a prácticamente toda la humanidad durante tantos siglos.

No creo que seamos responsables de lo que otros no tienen y por eso debamos sentir culpa. Somos responsables, no obstante, por permitir un sistema que perpetúa la pobreza e impide el progreso. Por permitir que se erijan obstáculos a la producción y el comercio. Por privilegiar la denuncia y la queja sobre la producción. Por elegir representantes que despilfarran los recursos de los tributarios en quimeras innecesarias y completamente ajenas a las funciones legítimas de gobierno. Por financiar tanta secretaría y comisión que come recursos para promover la corrección política y los reclamos de los grupos de presión. Por tolerar esa industria de protesta que solo reclama, alimenta el conflicto y destruye, en lugar de alimentar personas y construir.

Sí, la asistencia alimentaria y salud mínima es necesaria hoy, pero solo la capacidad productiva resuelve el problema recurrente de mañana. La agricultura de subsistencia tiene que ceder al emprendimiento y a los empleos productivos, a menos que se quiera continuar perpetuando ese milenario fenómeno de la pobreza.

fritzmthomas@gmail.com

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).