CATALEJO

La sala 3ª implica culpabilidad de Arzú

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Cuando me enteré del fallo de la Sala Tercera de Apelaciones, me encontré entre los motivos planteados por los pintorescos magistrados frases sorprendentes, porque constituye una admisión de la culpabilidad de quien ya llegó a anunciar en forma indirecta su deseo de “pasar por encima” de quienes dirigen los medios de comunicación. Estas frases son “no hay indicios de la amistad entre ambas personas ni que por ser leales a Arzú se contratara a la cooperativa propiedad de Byron Lima”. Otra: “se encuentra una incriminación sin fundamento que la sospecha de las entidades denunciadas no está ajustada a la realidad” “No hay indicios constitutivos de delito”.  (El subrayado es mío). En apariencia, es favorable al exfuncionario luquista y serranista, pero en realidad lo condena.

Para explicar esto es necesario recordar dos elementos fundamentales. Uno, cuando hay dudas respecto al significado jurídico de una palabra, se debe recurrir al Diccionario, en este caso el de la Lengua Española, y sus conceptos tienen preeminencia. Dos, cuando se manifiestan dudas acerca de algo, o se hacen acusaciones, si en verdad son falsas la respuesta es esa: tal acusación es falsa. Por eso mismo, cuando alguien queda libre o se escapa de un castigo “por falta de pruebas”, significa precisamente eso: no hay pruebas. Pero ello no implica ser falsa la acusación, ni la inexistencia del delito o del crimen. En otras palabras, el fallo implica la culpabilidad de Arzú en las acusaciones, las cuales simplemente no pueden ser comprobadas por ahora.

Otro elemento fundamental se refiere a la lógica. En la ley, la lógica jurídica no puede ser contradictoria con la lógica normal (o filosófica), es decir aquella entendida y aceptada por quienes no pertenecen al gremio de los abogados. Esa misma cualidad del pensamiento obliga a recordar un detalle olvidado con el paso del tiempo: Lima acompañaba a Arzú en el oscuro homicidio culposo de Sas Rompich, crimen ahora olvidado por muchos. Ello hace pensar lógicamente en una negociación oculta, por razones obvias, del militar brutalmente asesinado en la cárcel (donde se encontraba en cumplimiento de una condena por el caso Gerardi), en la adquisición ilegal de materiales propagandísticos en favor del alcalde. En apariencia no hay relación, pero ésta se encuentra con un mínimo análisis ni siquiera profundo.

Por ello no creo exagerado ni malintencionado hacer un simple análisis lingüístico. Si en realidad los magistrados hubieran considerado la inocencia del ahora alcalde, lo hubieran expresado abierta y claramente. No lo declararon inocente, a secas. Por qué decidieron implicar su culpabilidad, sólo los dos beneficiadores pueden decirlo. Por supuesto hay más razones para analizar este fallo. La misma lógica no puede justificar la participación de una magistrada-cónyuge de un vocero gubernativo. Irónicamente, la bravucona actitud de Rey Sol de pueblo, necesitado de escaparse de ir al banquillo como paso previo a una temporada en Matamoros, invalida el argumento de su inocente ignorancia de cualquier hecho, especialmente si había certeza de ilegalidad.

El acusado, al lograr un fallo aparentemente favorable, sufre otra derrota: necesitó de acciones oscuras, y de burla del espíritu de las leyes. Termin�� para siempre su imagen de pulcritud política embozada en una supuesta firmeza para gobernar, y de eso no solamente él y sus familiares ahora copartícipes en acciones políticas también cuestionables, sino hasta el más acérrimo de sus defensores. La Historia y su implacable e incambiable juicio lo está alcanzando con velocidad. Por ello, aun si se alejara voluntariamente, si renunciara, si se rindiera, no sería suficiente para lograr escaparse. Sus defensores, obcecados o no, tienen ahora la imposibilidad de justificar la vida política de quien decidió voluntariamente actuar como lo hace y lo ha hecho por décadas.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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