EDITORIAL
Mensaje debe aclarar
El presidente Jimmy Morales dirigirá esta noche un mensaje a la Nación, pero lo primero que debe afirmarse es que llega tarde, que sus principales estrategas fallaron en dar a conocer los motivos de su viaje a Naciones Unidas y, peor aún, incurrieron en imprudencias como señalar a los medios de comunicación de difundir información inexacta, cuando fue él y sus asesores quienes nunca pudieron explicar en forma clara las intenciones de su actuar.
El huracán ya causó estragos, al polarizar al país y con ello dañar aún más el sistema democrático, sobre todo porque el mandatario llegó al poder en medio del rechazo generado por la corrupción de gobiernos anteriores. Ahora pesa sobre él la sindicación de no haber reportado fondos recibidos en su campaña, precisamente por provenir de personajes o sectores impresentables, cargo que debería enfrentar con entereza si su conciencia está tranquila.
La situación de Morales solo es el más reciente y triste síntoma de que la batalla contra las fuerzas oscuras que corrompen, manipulan e instrumentalizan el servicio público para su propio beneficio no ha rendido los frutos esperados. El mismo mensaje gubernamental difundido luego de la reunión con el secretario de las Naciones Unidas llama a la preocupación, no solo por intentar endosarle responsabilidades a la prensa independiente, sino porque pone una mordaza sobre los funcionarios para que no comenten sobre la crisis.
La ingenuidad e inexperiencia del mandatario lo hizo confiar en sus asesores, quienes le aconsejaron efectuar una queja ante la Organización de Naciones Unidas sobre el trabajo del comisionado Iván Velásquez al frente de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, que desde el 2015 ha librado una batalla sin precedentes contra la corrupción.
Si Morales tenía reclamos sobre la labor del jefe de la Cicig, debió asistir con aplomo en junio recién pasado a la presentación del informe de dicha entidad ante la ONU y los países donantes, para exponer en forma pública y transparente sus cuestionamientos. Prefirió promocionarse entre los migrantes con la apertura de consulados y de alguna manera fugarse de la realidad del país durante varios días.
Hoy resulta vergonzosa la presentación de esa queja, pues apunta en la dirección contraria a lo que el país necesita: erradicar la corruptela en el sector público, fuente de enriquecimiento ilícito. Por eso se da un espontáneo apoyo a favor del comisionado Iván Velásquez, una cruzada que se debe respaldar y no dar la espalda a la lucha contra la corrupción.
Lo único que se esperaría del presidente en el mensaje a la Nación es que explique, sin que quede lugar a dudas, de dónde salieron los fondos que financiaron su campaña y reconocer la falta de reportes transparentes al TSE y, sobre todo, por qué lo hizo. Sobre lo hablado en la ONU ya no puede esperarse que diga algo claro, al haberse abstenido de hacerlo cuando tuvo la oportunidad. No aclarar será el detonante de manifestaciones que, espontáneas o inducidas con aviesos propósitos politiqueros, podrían llevar a un nuevo relevo del poder, hecho que lleva implícita una larga serie de problemas inesperados y sin precedentes.