EDITORIAL

Oficialismo vuelve al punto de partida

Con la confirmación de la renuncia a cualquier deseo de presidir el Congreso por parte del diputado Oliverio García Rodas, el oficialista FCN-Nación, representado en el Congreso por lo más granado de los partidos con mayor desprestigio, queda ahora como cuando inició esta legislatura: sin nada entre las manos.

Es innegable que detrás de esa cartelera de aspirantes abundan los interesados en que el partido de Gobierno se haga con el poder en el Congreso, porque para muchos, indudables exponentes del transfuguismo, existen variados y oscuros intereses por acumular poder con el fin de ejercer presión sobre funcionarios de instituciones diversas.

García Rodas hizo lo correcto, pues por su pasado, también sujeto a ser escudriñado, era obvio que simplemente se estaba convirtiendo en un instrumento de oscuros intereses dentro del oficialismo, donde se maneja toda clase de ambiciones, que van desde limitar la batalla contra la impunidad hasta hacerse con comisiones que tienen en sus manos la asignación, manejo y control de millonarios recursos.

Uno de los aspectos más lamentables es que en esa búsqueda de poder también se ha visto involucrado el gobernante Jimmy Morales, quien no quiere darse cuenta de lo nefasto que ha sido el partido que lo llevó al Gobierno porque no tiene la menor solvencia para presentarse como una opción de cambio y que más bien hace temer el retorno de oscuros personajes a puestos en los que se convierten en una amenaza para el sistema.

El presidente no parece tampoco tomar conciencia de que él mismo ha sido instrumentalizado por esos poderes que, en muy poco tiempo han dado mucho de qué hablar por sus prácticas de nepotismo, hostigamiento a otros funcionarios y hasta espionaje presuntamente dirigido por el más notorio de sus asesores, ahora protegido por la inmunidad en el Congreso.

Mientras el gobernante insista en no aceptar el enorme riesgo en el que lo colocan demasiados de sus colaboradores, debe verse como amenaza que el oficialismo acumule más poder. Hasta ahora, no ha dado la más mínima muestra de un deseo de practicar un modelo político distinto al que se fundamenta en la acumulación de poder para presionar y obtener cuestionables beneficios del aparato público.

El mayor problema en ese desenfrenado afán por el poder es que hasta ahora ha sido oscuro el procedimiento de FCN-Nación para apoderarse de la directiva del Congreso. No se conocen a ciencia cierta los potenciales integrantes para ese cuerpo y los principales dirigentes han sido esquivos al tratar el tema, lo cual ha dado paso a la especulación acerca de las verdaderas intenciones.

Todo habría sido distinto si el Gobierno y su bancada se hubieran preocupado por buscar a lo más representativo del Congreso para formar una junta directiva idónea. Ahora ya es muy tarde y solo queda que todos los grupos partidistas se decidan a comprometerse a integrar una cúpula para el Legislativo que responda a las demandas señaladas por la difícil coyuntura por la que atraviesa el país.

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