CATALEJO

Triste y muy frustrante 15 de septiembre, 2018

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Había decidido no escribir nada acerca de la celebración del 15 de septiembre, fecha sujeta cada vez más a análisis para decidir si merece el calificativo de día de la independencia, pero de España. La fecha verdadera es el 1º de julio de 1823, cuando se separó de México. No estoy de acuerdo con los desfiles escolares con uniformes de apariencia militar del siglo XIX, pero sobre todo porque para perfeccionar las maniobras son necesarias prácticas en las cuales se debería emplear el tiempo para mejorar la tan deficiente educación recibida en las escuelas y colegios. Pero lo acontecido este 15 de septiembre del 2018 no tiene precedentes en algunas de las decisiones tomadas por el gobierno actual, tan evidentemente aficionado a todo aquello de índole castrense.

La celebración de esa fecha fue realizada en el parque central capitalino, cuyo ingreso estaba severamente limitado por todos lados. Soldados con armamento de grueso calibre se podían notar, así como fuerzas policiales. Resultó increíble la foto de una agente revisando el carruaje de un niño de uno o dos años, quien mira con sorpresa. La plaza estaba vacía y el desfile sólo fue visto por las pocas –unas mil— personas revisadas en busca de armas. No se cuántos de ellos eran familiares de los patojos desfilantes, algunos de ellos con muestras de cansancio por haber esperado su turno por largo tiempo. La decisión fue, evidentemente, reducirle su calidad de desfile cívico militar, para convertirlo en una ceremonia castrense observada con evidente satisfacción por el presidente.

Las fotos y videos de la prensa independiente fueron evidentes: un parque vacío. A algunas cuadras, grupos de manifestantes lanzaron críticas al gobierno. La ciudad, realmente, estaba vacía. Los vendedores de golosinas perdieron sus posibles ingresos. En la avenida La Reforma, varios semidelincuentes juveniles se lanzaron a pintarrajear la estatua de Miguel Ángel Asturias, sin duda ignorantes de quién es, mucho menos de ser el tercer escritor latinoamericano en recibir el premio Nobel, hace 50 años, cuando esa presea tenía mucho más importancia. Es un triste y lamentable ejemplo del subdesarrollo cultural del país, del fracaso de su sistema educativo, del rechazo a los valores literarios y en general a la cultura. Esa es la Guatemala actual, y sólo podrá empeorar.

A este gobierno aún le queda celebrar el 15 de septiembre del 2019. Para evitar un nuevo ridículo como el del viernes y sábado, lo aconsejable es quitar ese desfile y dejarlo sólo para las bases militares. Se evitaría la pérdida de tiempo en las escuelas y colegios, así como la lamentable escena de las calles vacías y del sentimiento imposible de ver, pero indudable, de una mezcla de frustración y de tristeza generalizados, abono muy útil para el rechazo a toda actividad política, es decir con el fin de beneficiar a la población, para dejarla de hecho en la politiquería actual, de grupúsculos de gente impresentable para continuar con el pillaje contra el país, actualmente realizado por toda una horda de malintencionados metidos dentro de clicas bautizadas como “partidos políticos”.

Todo esto es adicional a otro tema: un país como Guatemala, ¿puede autodenominarse independiente? En todo caso, ¿independiente de qué? Este de quién tiene mucho campo en el entorno interno nacional. Pero eso es motivo de una discusión en estos momentos inconveniente, porque ya suficientes divisiones tiene la sociedad guatemalteca. Es importante, pero no urgente. Lo urgente tiene el elemento positivo o negativo, según se vea, de su inmediatez, de la necesidad de arreglarlo porque está en la mente de una población ya aburrida, cansada.

En esas circunstancias, resultan ser discutibles las marchas, los cantos de la independencia, mientras el país se derrumba a causa de la corrupción, por desgracia presente en todos los ámbitos de una patria sufrida, merecedora de mejor suerte.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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