EDITORIAL

Perenne obstinación ante arraigado flagelo

Hace poco más de tres años, cuando comenzó el destape de casos inimaginables de corrupción ocurridos durante el gobierno del desaparecido Partido Patriota, hubo incredulidad y hasta se intentó calificar la persecución policial de politizada o selectiva. Muchos otros ni siquiera creyeron que fuera posible el avance de la justicia y unos cuantos tenían plena conciencia de lo que ocurría y redoblaron esfuerzos para orquestar la resistencia.

Con el transcurrir de los meses afloraron muchos otros casos, se multiplicaron las acusaciones contra integrantes de varios sectores y fue cuando se orquestó, se estructuró y se empezó a financiar un colosal movimiento para frenar el avance de la justicia, dentro y fuera de Guatemala, lo que provocó una generalizada sensibilización de la población y de la diplomacia internacional ante los sorprendentes esfuerzos en favor de la impunidad.

En buena medida, el retrato de la podredumbre gubernamental se pudo conocer gracias a la aceptación de cargos de destacados políticos involucrados, empresarios y exfuncionarios, pero sobre todo al testimonio de colaboradores eficaces, quienes han hecho un relato descarnado de los entretelones de cómo operaron las redes de corrupción en el anterior gobierno y como quienes ocuparon los más altos cargos de poder también amasaron fortunas y bienes inimaginables.

La última de estas extraordinarias narraciones es la de Aneliese Mercedes Herrera Monterroso, exsecretaria de Alejandro Sinibaldi, quien fuera candidato a la alcaldía metropolitana. La hoy testigo protegida del Ministerio Público relató cómo el exaspirante presidencial patriotista acumuló una fortuna de manera ilegal de más de 100 millones de quetzales y cómo cuando recrudeció la persecución criminal montaron peliculescas acciones para movilizar esos millonarios recursos, antes de que cayeran en manos de fiscales del MP.

Su testimonio también enlaza relaciones con empresarios, diputados y destaca de manera especial contactos con quien fuera la fiscal general Thelma Aldana, quien, según la colaboradora eficaz, se habría reunido en más de una ocasión con el hoy prófugo de la justicia, Alejandro Sinibaldi. Los nexos del exministro de comunicaciones patriotista incluso llegan al actual presidente Jimmy Morales, a quien le habría puesto a disposición un helicóptero durante la última campaña electoral.

El testimonio de Aneliese Herrera consta de alrededor de 150 folios y su importancia radica en los enormes nexos que tiene con la coyuntura actual y por qué, desde sectores claramente identificados se ha desatado una batalla feroz por estropear los avances de la justicia y en estos esfuerzos está muy comprometido el principal grupo de asesores del actual mandatario de Guatemala y de muchos de sus funcionarios.

Por eso resulta difícil creer que en la actual administración puedan existir esfuerzos genuinos por combatir la corrupción y también se explica las prisas del presidente Morales para desmantelar la oficina de la ONU contra ese flagelo. En el fondo, no es solo él el afectado, sino también demasiadas personas interesadas en ponerle freno al avance de la justicia, tarea en la que también se pone a prueba la real voluntad del Ministerio Público para combatir las estructuras criminales y porque desde sus entrañas también hay resistencia para que avance la lucha contra la corruptela.

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