El asombroso contraste entre dos fotos del cielo en la Ciudad de Guatemala (y cómo se explica el impacto de la contaminación)

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Cuando la calidad del aire es buena, el aire es claro e incluye solo cantidades mínimas de partículas sólidas y contaminantes químicos. La mala calidad del aire contiene grandes cantidades de contaminantes; suele ser turbia y peligrosa tanto para la salud humana como para el medioambiente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire ambiental es causada por cualquier agente químico, físico o biológico que modifique las características naturales de la atmósfera, y es responsable de enfermedades respiratorias y otras, que pueden ser fatales.

Las personas son responsables de la mayor parte de la contaminación del aire, que proviene de fuentes móviles —terrestre, aéreas y marítimas—, fuentes estacionarias —centrales eléctricas, refinerías de petróleo e instalaciones industriales—, fuentes de área —quemas agrícolas, áreas urbanas-rurales y quema de desechos a cielo abierto— y fuentes naturales —emisiones volcánicas, polvo del Sahara e incendios forestales—.

Las emisiones contaminantes al aire se convierten en un peligro ambiental a nivel mundial con graves consecuencias no solo para la salud y el clima, sino también para el bienestar de la sociedad, la agricultura y los ecosistemas, entre otros.

Según la OMS, los contaminantes más graves, en términos de daños a la salud humana, son el material particulado o PM (en inglés). Estas micropartículas pueden variar por tamaño, y se clasifican entre partículas gruesas (PM10) y partículas finas (PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO2), ozono troposférico (O3), dióxidos de azufre (SO2), carbón negro (BC) y monóxido de carbono (CO), entre otros.

Relacionada con la salud, la contaminación del aire induce el riesgo potencial de contagio por covid-19, aumenta el riesgo de infecciones respiratorias, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón e incremento de afecciones crónicas. Tanto la exposición a corto como a largo plazo, los contaminantes del aire se han asociado con impactos adversos al bienestar y la salud de la sociedad. En un entorno cambiante, donde el aire que respiramos tiene una influencia más perjudicial en las personas con trastornos respiratorios, la difusión de información de una medición de exposición para un contaminante o un índice de calidad del aire (ICA) es insuficiente para necesidades de salud particulares. Cualquier persona en Guatemala no necesita mirar un ICA para darse cuenta de que la contaminación del aire es un problema grave. El ICA se basa en la concentración de contaminantes presentes en el aire en un tiempo y área determinada, y se utiliza para caracterizar la calidad del aire.

Para comprender las tendencias y variabilidad de calidad del aire, Ambente realizó una investigación para visualizar la dimensión temporal de composición atmosférica global CAMS de una variable de un solo nivel PM2.5 en el transcurso del 2018 al 2021. Las imágenes adquiridas por sensores remotos satelitales Copernicus parecen tener un patrón característico que los identifica. De enero a marzo, las áreas sur de Guatemala presentan constantes emisiones provenientes principalmente por las quemas agrícolas, emisiones industriales, emisiones marítimas, centrales eléctricas y quema de combustible sólido —carbón—. Los siguientes meses —abril, mayo— se incrementan los valores en todo el territorio nacional, debido a diferentes fuentes de contaminación que empeoran el problema, pero principalmente por el incremento de incendios agrícolas y forestales. En los inicios de la pandemia, en el 2020, abril presentó un incremento considerable de emisiones de PM2.5 detectados en la columna atmosférica, que rebasó los niveles promedio de años anteriores (2018-2019) y el posterior (2021).

La quema de desechos a cielo abierto constituye otro problema que amenaza el medioambiente y la salud en Guatemala. El transporte a larga distancia de contaminantes —en particular, de productos de combustión— en la atmósfera es uno de los problemas globales modernos. Este tipo de quema es una significativa fuente de emisiones de partículas de aerosoles y gases traza que impactan en la calidad del aire en su composición y el clima. El incendio en el vertedero Amsa en febrero del 2021, realmente provocó un desastre ambiental y sanitario en Guatemala. Fue un evento extremo por su intensidad, toxicidad y duración. Según la dirección ejecutiva de la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y del Lago de Amatitlán (Amsa), el incendio abarcó 42 mil metros cuadrados del vertedero, que es un aproximado de 60 por ciento del área. Ambente evaluó el transporte de masas de aire con trayectorias de movimiento hacia adelante desde la fuente de emisión en el vertedero Amsa. La trayectoria estuvo calculada por cada uno de los días críticos del incendio, del 5 al 10 de febrero del 2021, con el método de movimiento de velocidad vertical calculado cada tres horas, a una altura de 10 metros sobre el nivel del suelo, esto con el fin de conocer el impacto producido por el movimiento vertical de columna de humo de contaminación en la capa de mezcla troposférica en las diferentes regiones de Guatemala durante todo su trayecto.

Otra causa principal es el transporte vehicular impulsado por combustibles fósiles. Esta fuente de contaminación genera concentraciones de contaminación por PM y gases traza, como óxidos de nitrógeno (NOx) y monóxido de carbono (CO), entre otros. Los patrones de actividad —tiempo de vivir y/o trabajar cerca de sector industrial, carreteras muy transitadas y el tiempo que pasan en el tráfico— son críticos para la exposición de la población. Las personas que transitan a menudo en las calles de las áreas urbanas están expuestas a niveles de contaminación tres veces superior que las personas que no se encuentran expuestas directamente. Además, la movilidad, patrones de residencia, disponibilidad de transporte público y la planificación, junto con el desarrollo urbano, determinan factores igualmente fuertes en la configuración de la exposición. Se puede concluir que el tráfico en Guatemala y vivir cerca de sectores industriales son responsables de la proporción cada vez mayor a la exposición de la población a la contaminación del aire.

Por primera vez en Guatemala, se medirá la profundidad del espesor óptico de los aerosoles en la atmosfera (AOD) y concentraciones de alta resolución de PM2.5, para ayudar a comprender mejor cómo los satélites de la Nasa observan la calidad del aire, proyecto de colaboración entre Ambente, Laboratorio de Calidad del Aire de la Facultad de Química y Farmacia de la Usac y Colorado State University – Fort Collins.

Cristian Saravia Solares es miembro de la Asociación Guatemalteca de Ingeniería Sanitaria y Ambiental / Dirección de Calidad del Aire de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental.