LIBERAL SIN NEO
Por qué no soy conservador
El “hombre de paja” es una forma común de argumentar, que da la impresión de refutar el argumento del oponente, cuando en realidad refuta un argumento que el oponente no ha hecho. Se interpreta equivocadamente lo que dice el otro —maliciosamente o no— o se dice que el otro dijo algo que no ha dicho y luego se ataca, refuta y desvirtúa eso que no ha dicho. Quien debate, invoca al hombre de paja cuando rebate algún argumento que no es el que el oponente hace. La falacia del hombre de paja es un instrumento de argumentación cómodo y de uso común.
En el pensamiento y discurso político, el término “derecha” se utiliza con frecuencia para meter en un mismo bolsón muchas diferentes posiciones que se quiera atacar, cuando este es en realidad un calificativo vago e impreciso. La confusión más común es quizás entre el conservadurismo, el liberalismo clásico e incluso “la oligarquía”, que hoy en día se agrupan como “derecha”. El liberalismo clásico, dicho sea de paso, poco tiene que ver con el liberalismo de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, liberales para sus días, pero conservadores y hasta oligarcas en el sentido moderno.
A Marine Le Pen, por ejemplo, la candidata a la presidencia de Francia que perdió en las recientes elecciones, se le atribuye ser de “populismo de derecha”. En todo caso, a Marine Le Pen se le podría tildar de conservadora o vieja derecha, pero si se examina su programa económico, en definitiva tiende a la izquierda, propugnando por un gobierno altamente paternalista, benefactor e intervencionista. Podría identificarse a Le Pen como “reaccionaria”, otro término peyorativo que frecuentemente se asocia con “la derecha”, aun cuando seguramente no se le puede asociar con el liberalismo económico, que también suele asociarse con la derecha.
El liberalismo clásico o liberalismo a secas no es conservador. En un post scriptum de Los Fundamentos de la Libertad (1958), el jurista y economista F. Hayek incluyó un ensayo titulado Por qué no soy conservador. Para Hayek, el conservadurismo detiene más de lo que propone, se aferra y desconfía del cambio, la evolución y la diversidad. Para el liberal, el cambio y la evolución son productos de la libertad.
El principio socio-ético esencial del liberalismo o individualismo liberal es que, idealmente, las relaciones entre las personas deben descansar sobre el libre y mutuo consentimiento, y no en la coerción, ya sea por parte de individuos, o de la “sociedad” políticamente organizada en el Estado. Se parte del principio de que la libertad individual es la máxima expresión de la dignidad humana. Es esencial el derecho del individuo de perseguir sus propios fines y dibujar su propio destino, con la única limitación de no violar el mismo derecho de los demás. La propiedad privada y la economía de mercado; la libertad de producir, intercambiar y consumir, sin coerción o privilegios, son también esenciales al liberalismo. No solo porque es la forma de organización social más compatible con la libertad y la convivencia pacífica basada en actos voluntarios y no en la coerción, sino porque además brinda las mejores condiciones para la superación personal y el progreso de la sociedad. La igualdad ante la ley es el concepto de “igualdad” compatible con la libertad; una ley que protege a cada uno de la coerción, la violencia y el fraude de otros. La democracia republicana, con la limitación de megaprincipios inviolables, con la comprensión de que el voto, como dijo Manuel Ayau, permite conocer la opinión de las mayorías, pero no es capaz de descubrir la verdad ni la justicia.
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