CABLE A TIERRA
Salud: Más parches en un traje raído
El Ministerio de Salud hace aguas nuevamente. En mi opinión, no ha terminado de salir de la crisis profunda que provocó la voracidad patriotera en 2015, que resultó en el severo desabastecimiento de medicamentos y el cese de los pagos de salarios a los médicos hospitalarios que están por contrato. Al gobierno de transición apenas le dio tiempo de poner al día parte de los salarios pendientes y cosas esenciales como el suministro de oxígeno.
Al primer ministro de Salud del gobierno de Morales se lo consumió la crisis rápidamente. Adoptar una estrategia de arranque basada en caridad para suplir la falta de medicamentos le resultó mortal. Los medicamentos que dejó comprados el ministro anterior para el primer trimestre del 2016 se les agotaron sin haber hecho a tiempo las gestiones para la siguiente compra. El ministro salió a los seis meses.
La ministra corrió mejor suerte. El fuerte respaldo que tuvo del ministro de Finanzas permitió que fluyera la plata adicional que necesitaba el MSPAS en ese momento: en total, fueron cerca de Q1,000.00 millones los que liberó Minfin para poner al día las cuentas con los proveedores de Salud, quienes fueron, una vez más, los más grandes ganadores de la crisis institucional.
Nuevamente se palió la situación. Las soluciones de fondo siguieron pendientes. Desde enero de 2016 y habiendo pasado por el despacho tres ministros, ninguno gestionó la aprobación del acuerdo gubernativo que daría vida al nuevo reglamento de genéricos, instrumento que hubiera permitido ampliar el uso de medicamentos genéricos de calidad en lugar de medicamentos de marca, al menos para algunos productos.
Reducir el costo para ampliar la capacidad de compra es una de las estrategias que hubiera comenzado a hacer que el MSPAS dejara de poner parches a sus crisis. Pero no. Una medida así afecta a quienes controlan el lucrativo mercado institucional de medicamentos y fue echada al cajón del olvido. Mejor no dar la pelea.
Hoy pagamos también el gran error de haber rechazado la ampliación presupuestaria para Salud que ofreció el Congreso cuando se discutía el presupuesto 2017. Dos mil millones adicionales para el históricamente magro presupuesto de Salud Pública eran un hecho político sin precedentes que se perdió como agua que se resbala entre las manos. Para el nivel de necesidad, era como darle dos gotas de agua al sediento, pero lo importante era que sentaba el precedente de un nuevo piso de presupuesto para el Ministerio, del cual retroceder después hubiera sido muy difícil. Si hay una reforma fundamental que hacer en Salud es el incremento progresivo y sostenido del financiamiento público; allí estaba la oportunidad y se dejó pasar. Por esa decisión se perdieron ya cuatro mil millones adicionales para el MSPAS, pues el presupuesto 2017 quedó vigente para el 2018.
Ahora, los médicos hospitalarios reclaman incrementos salariales y Harry Potter deberá hacer nueva magia para sacar una vez más al MSPAS de la crisis. Seguramente el legítimo reclamo de los médicos hospitalarios será atendido. Al parecer, el fustigue solo aplica para los sindicalistas. En ambos casos, las soluciones de fondo que había que impulsar en materia de recurso humano dentro del Ministerio de Salud también quedaron en pendiente, no digamos la reforma y ordenamiento de todo el servicio civil, una nueva ley de salarios de observancia general en todo el Ejecutivo y la regulación del alcance de los pactos colectivos. Temas así seguirán durmiendo el sueño de los justos mientras gobierne y administre gente a la que el Estado solo le importa para sacarle provecho propio y mientras la salud se siga concibiendo como un bien de mercado.
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