CATALEJO

Si se sabe, no es golpe

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DOS DELITOS SE PUEDEN castigar cuando fracasan. Uno, el intento de suicidio: al hechor se le podría acusar de intento de homicidio. El otro es el golpe de Estado: si falla, a los participantes les pasa lo mismo. Y fracasa muchas veces a causa de las delaciones, por lo cual si éstas ocurren, ya no puede realizarse. El presidente Jimmy Morales, dentro de su peculiar lógica de pensamiento, de seguro pensó en la posibilidad de abortar ese cambio. Pienso eso porque la otra posibilidad es peor: esas palabras fueron una explosión de emotividad. Esto último se afianza y confirma con su lenguaje corporal, sus gestos e incluso las entonaciones de sus palabras.

ES INNECESARIO insistir en la difícil coyuntura política actual. El país está a las puertas de agregar al texto jurídico guatemalteco una tradición oral de impartir justicia, de hecho vigente en muchos lugares. Ya comenzaron las visitas de políticos a los departamentos, con el fin de mantener su férreo dominio interno en los partidos. Se mantiene la incapacidad de algunos sectores tradicionales para entender la fuerza internacional del apoyo al Ministerio Público y la CICIG, así como de admitir la urgencia de rescatar a las cortes Suprema y de Constitucionalidad. Todo esto ante los ojos de una sociedad insatisfecha, decepcionada y sobre todo descorazonada.

LA TAREA PRESIDENCIAL DEBE estar entonces dirigida a rescatar su decadente popularidad por medio de participaciones efectivas en los temas relacionados anteriormente, pero sobre todo bien divulgadas. Hablar del “rumor fundamentado” de un golpe fue el cénit del error. Si no se cree capaz de actuar debidamente, sólo le queda el retiro voluntario, cuyas consecuencias pueden ser aun peores porque pronto se repetiría el caso de un presidente y un vicepresidente llegados a los cargos sin la votación popular, sino como producto de un parlamento desprestigiado a causa de las acciones actuales y pasadas de la mayoría de sus miembros. La decisión compete a Jimmy Morales.

Las primeras cuatro semanas del gobierno trumpista han sido agitadas.

Agitación inicial

TREINTA DÍAS HAN PASADO desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y se han convertido en las más controversiales de la historia política mundial. El presidente estadounidense ha tenido un comportamiento sin precedentes, como era de esperarse al haberlo anunciado o implicado, pero la forma como ha actuado ha llegado incluso a algo impensable no solo en Estados Unidos sino en el resto del mundo: la duda de un grupo de psiquiatras acerca de la capacidad de gobernar el país por una persona con las características de la personalidad trumpiana. Esto es lo más preocupante porque se trata de gente ajena a los vaivenes políticos.

LAS CRÍTICAS ORIGINADAS de adversarios políticos son hasta cierto punto naturales y se les puede considerar parcializadas, aunque las evidencien y guíen en pensamiento lógico ciudadano a las conclusiones parecidas. Sin embargo, no tienen precedente o no habían sido realizadas con tal vehemencia, las expresiones hasta cierto punto espontáneas contra del mandatario —como el llamado “día sin hispanos” para demostrar la importancia de éstos en la economía estadounidense. La virulencia contra la prensa se explica cuando ésta ha sacado a luz los contactos inconvenientes y absurdos con Rusia, calificada por el propio Trump de ser el partido de oposición.

ES ÚTIL TOMAR EN CUENTA ESTOS hechos para el inevitable análisis de la posibilidad de un juicio político, como resultado del funcionamiento de los mecanismos de control institucional. Muchas decisiones controversiales y anunciadas apresuradamente y sin análisis vía Twitter, dejan de ser una prueba de cercanía con los ciudadanos, para convertirse en una fuente de dudas, decepciones, preocupación y frustración entre quienes piensan sobre consecuencias, no sólo se alegran ante lo coyuntural. La peor posibilidad es la de ser ya muy tarde para contrarrestar los efectos de la política estilo Trump en la percepción de un encogimiento de la importancia de Estados Unidos en el mundo.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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