CON OTRA MIRADA
Sobre cómo leer la arquitectura tradicional
Durante los recorridos que suelo conducir por La Antigua Guatemala y centro histórico de la ciudad de Guatemala, por tratarse de tramas urbanas del período colonial, como de arquitectura tradicional, más allá de los aspectos eminentemente históricos, es importante exponer el lenguaje con que esa arquitectura fue hecha, para tener una clara lectura.
El lenguaje es la manera como los humanos llegamos a comunicarnos. Es el conjunto de sonidos articulados con que manifestamos pensamientos, y se auxilia de la gramática y su ortografía para hablar y escribir correctamente. De la misma manera, la arquitectura creó y desarrolló proporciones, formas y elementos con sus correspondientes reglas, que le permitieron expresarse a lo largo de la historia. Fueron esas las reglas de la composición arquitectónica.
La Arquitectura, como disciplina entre arte, ciencia y tecnología, debe ser propuesta con respeto y seriedad, congruente con el entorno, sea este natural o construido por el hombre. Su valor estará determinado por su autenticidad. Es el reflejo de la cultura, historia y tradiciones de un pueblo. Cada período se identifica por determinados elementos constructivos, por lo que puede hablarse de características propias que permiten tipificarlos. Con el paso del tiempo, el número de elementos evolucionados, modificados o introducidos por primera vez, da lugar a pensar en un cambio de estilo. Si se habla de transformaciones más bruscas, como declaración de rechazo o confrontación de pensamientos de época, en donde intencionalmente son modificados o sustituidos, por ejemplo, materiales o sistemas constructivos, los modelos varían derivados de aquellas transformaciones, dando lugar a un nuevo período de la historia.
Además de la arquitectura producida por las culturas precolombinas, tenemos la generada durante la Colonia; la sucedió el Neoclásico, que se desarrolló posteriormente al asentamiento de la Nueva Guatemala de la Asunción, alcanzando su máxima expresión en la ciudad de Quetzaltenango y otras ciudades que integraron el Sexto Estado de la Federación Centro Americana. Su expansión fue resultado del auge económico derivado del cultivo del café, que trajo consigo a artistas y arquitectos franceses, españoles e italianos, contratados para obras específicas. Se produjeron ensanchamientos urbanos mediante bulevares, nuevas áreas habitacionales y de recreación, así como obras de arquitectura inspiradas particularmente en la francesa.
Luego de los terremotos de 1917-1918, en la ciudad de Guatemala se desarrolló el Art Noveau, junto al Neocolonial; luego el Art Deco y, más recientemente, el Moderno y el Contemporáneo internacional, que se expresaron mediante un lenguaje propio. Siguieron el Post Modernismo y la Deconstrucción, congruentes con los tiempos que vivimos, en donde el ritmo de la creatividad humana lucha por equipararse a la vertiginosa velocidad con que la tecnología crece y se desarrolla, sin lograr alcanzar la madurez que le fue permitida en otros períodos, cuando el transcurrir del tiempo era más pausado. En ese correr detrás del tiempo y la tecnología se descuidó conocer la propia arquitectura y la historia; o conociéndolas, se las ignora, impidiendo el proceso evolutivo de nuestro desarrollo arquitectónico.
Es difícil entender esas nuevas expresiones arquitectónicas, que no dejan de ser ajenas. Aún no se inventa el alfabeto, ni se han creado la gramática y la ortografía que rija el lenguaje que exprese correctamente la idea o pensamiento que se desea transmitir. Es por eso que en nuestro medio tales movimientos no generan descendencia. Resultan expresiones trasplantadas, inconsistentes y momentáneas, propias de la veleidad de la moda y, en consecuencia, tan efímeras como aquella.
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