CABLE A TIERRA
Un discurso carente de sentido humano
Poco queda para decir respecto del segundo año de gobierno de Jimmy Morales. Antes del 14 de enero de 2018, la población había calificado su gestión y de la manera en que le duele más a un político: los índices de aprobación del presidente están por los suelos. En esas condiciones, lo que diga un discurso o un informe pierde legitimidad, incluso antes de ser verificado. El discurso fue un relato de cuánto dinero se erogó. Poca mención a los bienes y servicios recibió la población; menos aún, de los resultados concretos alcanzados. Esta distinción no es menor: se puede comprar mucho sin que eso signifique que los insumos y los servicios le llegan realmente a la gente y, además, les mejoran la vida.
Me enfoqué en escuchar qué había en el discurso sobre salud, desnutrición y asistencia social. Breve la alocución, cuando el drama de la precarización de las condiciones de vida de la población, y del debilitamiento evidente de los servicios públicos está a flor de piel. Esperaba ver abordados aspectos críticos para la salud y la desnutrición como los patrones de consumo alimentario, el costo de la canasta básica, el índice de precios al consumidor y los niveles salariales y/o de ingresos reales —no legales— que percibe la gente. Esos temas ni siquiera tuvieron espacio en el discurso, a pesar de ser de los más acuciantes para la gente. No digamos que suscitaron intensa polémica, pues se cuestionó directamente la credibilidad técnica y ética del Instituto Nacional de Estadística (INE) respecto del manejo metodológico y del cálculo del precio de la canasta alimentaria y su aplicación a la estimación de la pobreza —otro tema ausente del discurso—. Quien preside el Estado y el Organismo Ejecutivo en particular, es a quien le toca explicar el actuar institucional de un ente neurálgico como es el INE, especialmente ahora que viene el censo de población. Tamaño esfuerzo institucional y financiero debe realizarse sin ninguna sombra de duda respecto de la probidad y calidad técnica de la entidad. Sin eso no podrá hacer frente tampoco a los previsibles cuestionamientos respecto de la independencia de los resultados censales. Recuerde que se está hablando de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) y de una posible nueva división por subdistritos electorales que inevitablemente llevará una dimensión poblacional en su definición. Si los datos censales no son totalmente independientes de las presiones políticas no se blinda al INE debidamente.
Pobreza y desigualdad tampoco se abordaron. Su principal promesa en materia de política social fue la reducción de la desnutrición crónica, pero no hubo ni una breve referencia al respecto. Se enfocó en un “logro”: 50 casos menos de muertes por desnutrición aguda respecto al año previo. ¡Qué bueno! Pero, ¿cómo se interpreta dicho dato, más allá del valor intrínseco de cada vida humana, cuando el país tiene millones de niños menores de 5 años en riesgo de inseguridad alimentaria y nutricional y miles detectados con desnutrición aguda durante el año? ¿Y cuando el sistema de información en salud está por los suelos?
El vacío más grande: el silencio sobre las niñas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. El hecho más duro de todo lo acaecido en el 2017. Muchos analistas se han referido a la falta de conexión humana del presidente con su audiencia a la hora del discurso. Que la misma solo se vio al referirse al su hijo y al hermano. Lástima que ese momento de humanidad no le alcanzó para condolerse con todas estas otras familias que siguen viviendo un infierno por la terrible negligencia de ese Estado que él encabeza.
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