EDITORIAL

Una industria que transforma vidas

El turismo ha sido descrito como la industria sin chimeneas, debido a sus nulos efectos contaminantes y aunque no es, en sentido estricto, una industria, tiene efectos de beneficios múltiples similares a los de inversiones millonarias.

Guatemala todavía es una joya sin explotar en esa materia, aunque también se incrementan las amenazas sobre ese potencial, a causa de la corrupción, el crecimiento demográfico y la desidia de muchas autoridades, o porque no han sido lo suficientemente visionarias como para hacer inversiones estratégicas en estos rubros.

Hace muchos años, un grupo de turistas italianos viajó a Petén para efectuar una travesía muy especial: solo querían adentrarse en la espesa selva, alejarse de todo olor a civilización y de todo bullicio mundano, y un guía especializado en el terreno y con el conocimiento necesario del idioma los condujo a una jornada de desintoxicación que los haría volver por la noche a sus camas a dormir de una manera incomparable.

Así nacía el ecoturismo, un término que ha cobrado un inusitado auge en los últimos años pero que, para infortunio de muchos, no cualquier país lo puede ofrecer, pues para que sea factible las ciudades o departamentos deben reunir las condiciones necesarias, las cuales empiezan por un entorno natural óptimo, pero también con recursos humanos calificados, lo cual, a su vez, puede ser la puerta a la transformación de enormes conglomerados.

Esto es crucial comprenderlo, pues si no se trabaja a fondo una transformación integral de la naturaleza y las comunidades, la pobreza y otras limitaciones continuarán siendo un lunar para cualquier visitante, y las historias de éxito ya existen aquí y en otras naciones vecinas, principalmente en el sur de México, donde se comparten numerosas características físicas, étnicas y naturales con Guatemala.

Un segundo punto por tomar en cuenta debe ser el de la inseguridad, una lacra demasiado extendida en nuestra geografía y cuyo mayor impacto se da en los sitios de mayor afluencia turística, en los cuales debería redoblarse la vigilancia, precisamente porque constituyen una vitrina hacia miles de potenciales visitantes.

El tema también es importante porque a medida que los lugares por visitar se alejan de los centros urbanos, todos los servicios y seguridad tienden a desaparecer y, en consecuencia, se elevan los riesgos para los turistas, lo cual se traduce en una baja en el número de estos a regiones con incomparable valor para cualquier visitante.

Poco antes de finalizar el 2016, la Asamblea de Naciones Unidas proclamó el 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, una iniciativa que busca valorar la riqueza natural y el patrimonio de las civilizaciones.

Guatemala hace esfuerzos por aprovechar esa coyuntura, lo cual puede ser oportuno, por la enorme riqueza natural, histórica y patrimonial que posee el país, pero se debe insistir en ponerle atención a los otros ingredientes que también juegan un papel importante para atraer al turismo.

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