EDITORIAL

Vergüenza, pero también esperanza

El presidente Jimmy Morales cometió ayer el segundo error más grave en su corta y tambaleante carrera política. El primero fue postularse como candidato por un partido nutrido de personajes oscuros, muchos de ellos ahora reñidos con la justicia, y el segundo, viajar a las Naciones Unidas para buscar un cambio en el modelo de operar de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), sin que los guatemaltecos hayan tenido idea del objetivo, descubierto gracias a filtraciones hechas públicas por la prensa.

Es probable que el mandatario ya supiera de las pesquisas que avanzaban en su contra cuando era secretario general del grupo FCN-Nación, partido donde también hubo manejo irregular de aportes financieros igualmente anómalos que la dirigencia de la agrupación no permitió esclarecer al haberse negado a colaborar en las investigaciones.

Como se esperaba, la Fiscal General, Thelma Aldana, y el comisionado Iván Velásquez presentaron ayer las evidencias que permiten plantear una solicitud de antejuicio contra el mandatario, para que pueda ser investigado en forma independiente y a la vez se esclarezcan las graves acusaciones.

Estas nuevas revelaciones desatan en Guatemala otra tormenta de insospechadas consecuencias, porque Morales es uno de los gobernantes más frágiles de nuestra historia, y en todo caso preocuparían mucho más quienes siguen estando detrás de él y lo han instrumentalizado.

Todo puede avanzar con la misma celeridad que tuvo el caso contra el expresidente Otto Pérez Molina y la exvicepresidenta Roxana Baldetti, porque concurren las mismas motivaciones, aunque la gravedad de la sindicación sea sustancialmente diferente. Pero aún hay obstáculos por vencer.

El valladar más delicado estará en el Congreso, donde el partido oficial se ha nutrido de tránsfugas y mercaderes de la política, quienes se arrimaron también a esa bancada en busca de privilegios, prebendas, negocios e impunidad. Esto explica por qué algunos de los impresentables diputados ya se han dado a la tarea de defender lo indefendible.

Existen otros escenarios que pueden contribuir a generar inestabilidad o alentar a esos grupúsculos si no atienden el enorme problema que se cierne en el horizonte. Este es el caso de los funcionarios que deben asumir una actitud ética, alejada de cualquier interferencia, o incluso separarse de un proyecto que desde el principio demostró quedar en deuda con el país por ser más de lo mismo, a pesar de las promesas electoreras.

Se trasluce cierta fisura en las filas de la diplomacia y el primero que debe esclarecer el nivel de participación o conocimiento de los hechos es el nuncio apostólico, quien habría facilitado una reunión en la que el presidente habría expresado sus intenciones de un cambio en la Cicig, sobre todo por el claro compromiso del papa Francisco en contra de la corrupción.

La población de nuevo debe pronunciarse con claridad ante la clase política respecto de estos procederes intolerables por los que de nuevo Guatemala está en un trance difícil. La solicitud de retiro del antejuicio a Jimmy Morales provoca vergüenza, pero al mismo tiempo abre la esperanza de que cambie el rumbo del país y la politiquería, con sus lacras, sea desterrada.

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