PANÓPTICA

¡Viva la vida!

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

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Todas las semanas son violentas en Guatemala (secuestro, asesinato, extorsiones, narcotráfico, trata de personas, etcétera), pero el septenario pasado fue particularmente nefasto en materia de derechos humanos, por el asesinato del maestro y líder comunitario Rigoberto Lima Choc, quien había denunciado pública y penalmente a la empresa Repsa por cometer el ecocidio en el río La Pasión, donde un tribunal hace poco había ordenado el cese de operaciones durante seis meses de la planta de aceite de palma.

Pero más allá de los vericuetos legales (determinar en juicio la responsabilidad de los autores materiales e intelectuales), el asesinato de Lima Choc es paradigmático, pues reencarna el eructo homicida de los sicarios de cuello blanco (las tesis principales son la vendetta política luego de ser electo como concejal V y la represión finquera luego de amenazar los intereses económicos de la palmera), el oscurantismo de los grupos de poder.

Empero, el asesinato de Lima Choc nos retrotrae a prácticas de carácter contrainsurgente por parte de terratenientes finqueros de pedigrí que han colonizado históricamente el Valle del Polochic y la Franja Transversal del Norte (desde los 70 también existen militares-finqueros, políticos-empresarios y narcoganaderos, todos a costas de la cooptación de entidades y recursos claves del Estado), erigiendo una riqueza cuantiosa mediante el saqueo, despojo, trabajo forzoso, violencia estatal, control socioterritorial y explotación de recursos naturales sin sostenibilidad y ética medioambiental.

El vil asesinato nos interpela a reflexionar sobre las siguientes cuestiones: ¿Por qué los urbanos no nos movilizamos ciudadanamente por el asesinato de Lima Choc (racismo/discriminación, indiferencia con los pobres/rurales, no es un flagelo esnobista, entre otros)? ¿Cómo concienciamos a la gente y transformamos los imaginarios sociales para comprender que esta muerte no es contra Lima Choc per se, ni contra los comunitarios de Sayaxché, ni contra los activistas ambientales; es contra toda la sociedad, contra todos los indignados y contra toda la Guatemala naciente? ¿Cuáles son las razones para no cuestionar los mecanismos ilegales e ilegítimos que utiliza la clase dominante/élites empresariales para acumular riqueza, gozar de impunidad y ser corruptores? ¿Hasta cuándo permitiremos un esclavismo/preliberalismo finquero contrainsurgente que no evoluciona hacia un capitalismo industrial democrático/decente?

Con estos indicadores, la tarea de refundar el Estado y desmontar el sistema político es cada vez más compleja, reconfirmando que los jugadores con poder de veto, los “intocables” están reaccionando con mayor agresividad, están dispuestos a endurecer sus discursividades y prácticas de coacción/castigar y ampliar sus dispositivos hegemónicos (política, derecho, cultura, religión y telecomunicaciones), ante una ciudadanía presa de la zozobra, de la cotidianidad y que reconoce el valor inconmensurable de la vida, aun cuando los ideales son la brújula de la revolución democrática, pero donde pesa más la protección de la vida y la integridad de la familia.

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