EDITORIAL
Vuelve el tormento del tráfico en el país
Buena parte del tránsito proviene por las mañanas y se dirige por las tardes hacia los municipios dormitorio, debido a la dinámica macrocefálica que ha tenido el desarrollo metropolitano, región cuyas administraciones municipales debieron empezar a efectuar esfuerzos conjuntos desde hace lustros.
Ello ha sido imposible, sobre todo por la actitud intolerante y opaca de la administración capitalina, así como por rivalidades políticas que han ido en detrimento del interés público, con los consiguientes resultados ahora cercanos a una verdadera catástrofe a causa de la combinación de un aumento constante de vehículos sin un incremento de calles y de obras que faciliten las comunicaciones interurbanas.
Precisamente una de las muestras más dramáticas de dicha imposibilidad para dialogar y emprender esfuerzos intermunicipales e interdepartamentales, gestionados, promovidos y facilitados entre los gobiernos locales y el Ejecutivo es el proyecto de un anillo regional, largamente anhelado por cientos de miles de pobladores y del cual solo se han ejecutado algunos tramos, pero sin que exista un plan claro y prioritario para completarlo o para hacerlo viable mediante recursos públicos o una modalidad de pago por uso, pese a la ingente necesidad de una solución de este tipo.
Las disposiciones paliativas implementadas por las municipalidades, como la contratación de más agentes de tránsito, los carriles reversibles o la ampliación y señalización de algunas calles resultan cada vez menos efectivas, debido al ya mencionado aumento progresivo del parque vehicular.
El problema no es exclusivo de la zona central del país, pues varias ciudades principales padecen los congestionamientos de mañana y tarde a causa de la carencia de vías alternas y enfoques integrales de solución. Esto requiere de madurez política de las comunas, un diálogo abierto permanente con la sociedad y un enfoque de transparencia total.
De no lograrse esto en un tiempo más que perentorio, las complicaciones en la circulación llegarán a un punto crítico que tendrá un altísimo costo de oportunidad en lo humano, ambiental, económico y de competitividad. En suma: en un atraso en la ya deteriorada calidad de vida ciudadana.
La solución más eficiente, a largo plazo, es la implementación de sistemas adecuados de transporte público, como se ha hecho en las ciudades importantes latinoamericanas. Pero esto resulta imposible a causa de la inseguridad para los usuarios, y por ello la solución del problema del tránsito tiene más aristas de las que son evidentes e incluye la planificación pensando en el futuro, que en muchos casos se encuentra a la vuelta de la esquina.