EDITORIAL
Ya no tiene sentido seguir aferrándose
La ciudadanía demostró ayer, con su presencia en la capital y en los departamentos, que no claudicará en su decisión de exigir la renuncia del presidente Otto Pérez Molina. Hubo gente que llegó desde lejanos departamentos y contribuyó a hacer una mayoritaria manifestación que tomó la Plaza de la Constitución, todo lo cual concluyó cuando el mandatario reiteró su negativa a renunciar, en declaraciones a la radio que, a causa de su relación directa con el Gobierno, puede ser considerada como la oficial.
Este fue un nuevo error. Ante la seriedad de los acontecimientos, debió haberse dirigido al país en una cadena nacional de radio y televisión, transmitida en vivo o al menos luego de ser llevado el video y las grabaciones a todos los medios. No hacerlo así, además de reducir la audiencia a un medio radial, demostró la relación con la televisión abierta, porque ha sido su única posibilidad de comunicación, al evadir las conferencias de prensa, que sería lo más deseable.
El presidente aseguró nuevamente que “dará la cara” y que aceptará el camino legal, es decir el dictamen de la Corte Suprema de Justicia, el trabajo de la Comisión Pesquisidora, que ya fue integrada, pero que no se ha podido reunir a causa de que los diputados dependientes de la alianza patriotista-liderista desaparecieron y por ello es que ya afloran las denuncias de una estéril labor.
En sus palabras, el gobernante hizo una petición innecesaria, al solicitar calma a la población cuando se manifieste. Así ha ocurrido, pero se equivocó de nuevo al señalar que pedía que se dejara el odio a un lado. No hay motivo para usar esa palabra, que es “antipatía o aversión hacia alguien cuyo mal se desea”. Los manifestantes no quieren el mal al presidente, sino su salida del cargo y que se enfrente a la justicia. Pero en eso no hay distinción, según se desprende de lo que dijo a su radio favorita.
La soledad del mandatario es cada vez más clara. Se han ido quienes lo acompañaron y se sienten defraudados, pero también algunos corruptos que desean darse baños de pureza. El discurso de anoche no tuvo la vehemencia oral del que pronunció el lunes, pero es evidente que la rebelión nacional en su contra incluye el cierre de empresas para que sus trabajadores puedan manifestar, la unidad de los estudiantes universitarios para pedir su dimisión, y así otros muchos ejemplos de que se trata de un barco que se hunde lentamente, sin posibilidad alguna de salvamento.
La situación preelectoral es un factor que complica más las cosas. Una posibilidad es que se llegue a un acuerdo político y por ello renuncie al cargo y lo haga efectivo la semana que se inicia con el domingo de las elecciones. En el discurso radial de anoche abrió la puerta a su salida, al señalar que renunciar es una posibilidad, pero fue una mención muy a la ligera. Al aceptar el funcionamiento del sistema político, la única interpretación es que confía en que el Congreso retardará cualquier decisión. Pero esa posibilidad se encuentra sostenida por un hilo, porque depende de un ambicioso Baldizón que ahora pretende enviar mensajes ambiguos para lograr, según él, un beneficio político.