Perfil de los Presidenciables

Verificador electoral

Aunque el voto nulo está en ley los partidos no están obligados a presentar nuevos candidatos. Fotografía: Prensa Libre.

¿Si gana el voto nulo implica una elección con nuevos candidatos?

Algunos de los políticos que no fueron inscritos o bien que han quedado fuera del proceso electoral se han enfocado en llamar al voto nulo, opción que se encuentra dentro de la Ley Electoral y de Partidos Políticos (Lepp) desde sus últimas reformas del año 2016.

El voto nulo es, según la ley, todo aquel voto “que no esté marcado claramente con una X, un círculo u otro signo adecuado, cuando el signo abarque más de una planilla, a menos que esté clara la intención de voto, o cuando la papeleta contenga modificaciones, expresiones, signos o figuras ajenas al proceso. El voto nulo tiene validez jurídica, a efecto de determinar la repetición de la elección”.

Para que se pueda repetir alguna de las elecciones el voto nulo tiene que ganar en el conteo de votos con el 50 por ciento más un voto de los sufragios válidos.

De llegar a pasar este escenario el Tribunal Supremo Electoral (TSE), según cita la Lepp en su artículo 214, tendrá que convocar nuevamente a elecciones dentro del plazo de 10 días desde la declaratoria de la nulidad.

Los partidos políticos tendrán que celebrar asambleas generales extraordinarias 60 días antes de la fecha de la nueva elección, para que en los siguientes 30 días procedan a la inscripción de sus candidatos.

Según explicó María Eugenia Mijangos, exmagistrada del TSE, aunque la propuesta original obligaba a los partidos a cambiar candidatos, finalmente se aprobó en el Congreso la ley dejando a los partidos políticos la decisión.

“Lo que plantearon muy fuertemente – la sociedad civil – era que se cambiarán a los candidatos, porque se entiende que la nulidad era porque no le parecían los candidatos a la población, entonces, el proyecto original contemplaba que los partidos tenían que hacer una nueva elección de candidatos”, recordó la exmagistrada.

Ante un escenario de este tipo la decisión final, según el análisis de Mijangos, de cambiar o no a sus candidatos, queda en manos de los mismos partidos políticos: “pudiera ser que algunos partidos cambien, queda a discreción de ellos, pero no está legislado”.