Gran parte de los bloques de petróleo y gas, que se subastarán a finales de julio, se encuentran dentro del Parque Nacional Virunga, el santuario de gorilas más importante del mundo, y cubren turberas tropicales que mantienen capturadas grandes cantidades de carbono, por lo que lo mantienen fuera de la atmósfera y evitan que contribuya al calentamiento global.
“Si se establecen áreas de explotación petrolera en esas zonas, de seguro habrá una catástrofe climática global y solo podremos observar con las manos amarradas”, explicó Irene Wabiwa, directora de la campaña de Greenpeace en Kinshasa a favor del bosque de la cuenca del Congo.
El giro de 180 grados de la República Democrática del Congo, que ahora planea permitir nuevas perforaciones petroleras en áreas de importancia ambiental, ocurre ocho meses después de que su presidente, Félix Tshisekedi, junto con otros líderes del mundo en la cumbre internacional del clima en Glasgow, Escocia, respaldó un convenio a diez años diseñado para proteger su bosque tropical, que forma parte de la inmensa cuenca del Congo y solo la Amazonía supera en talla.
El acuerdo suscrito consigna el compromiso internacional de entregarle US$500 millones a la República Democrática del Congo, una de las naciones más pobres del mundo, en los primeros cinco años.
Por desgracia, las prioridades inmediatas del mundo han cambiado en el tiempo transcurrido desde entonces.
La invasión rusa de Ucrania disparó el precio del petróleo y provocó que Estados Unidos y el Reino Unido impusieran prohibiciones sobre la energía rusa e instaran, la semana pasada, a racionar el gas natural en Europa.
Al mismo tiempo, Noruega, uno de los principales países defensores de los bosques, ha decidido aumentar su producción de petróleo y planea realizar más perforaciones en el mar. Encima, el presidente estadounidense Joe Biden, quien al arrancar su mandato se comprometió a eliminar el uso de los combustibles fósiles, viajó hace poco a Arabia Saudita, donde habló sobre la necesidad de una mayor producción petrolera. En EE. UU., los ambiciosos planes de Biden para el clima al interior del país están prácticamente condenados al fracaso.
La República Democrática del Congo ha analizado todas estas circunstancias globales, explicó Tosi Mpanu Mpanu, principal representante del país en cuestiones de clima y asesor del ministro de Hidrocarburos.
La única meta de la República Democrática del Congo para la subasta, añadió, es recaudar suficiente dinero para ayudar a esa nación en dificultades a financiar programas de combate a la pobreza y generar el crecimiento económico que necesita con desesperación.
“Esa es nuestra prioridad”, afirmó Mpanu en una entrevista realizada la semana pasada. “Nuestra prioridad no es salvar al planeta”.
La República Democrática del Congo anunció la subasta en mayo, con un video de Twitter en el que se observaba un río reluciente enclavado en un profundo lecho de exuberante bosque. El video cortaba rápidamente a un acercamiento de una estación de carga, donde se vertía gasolina de tono amarillento en el tanque de un automóvil. La publicación incluía etiquetas de las gigantes petroleras Chevron, de EE. UU., y TotalEnergies, de Francia.
Varios grupos ambientalistas expresaron su indignación. La semana pasada, las autoridades congoleñas redoblaron esfuerzos y ampliaron el número de bloques (extensas fracciones de tierra) en oferta de 16 a 30, 27 de petróleo y 3 de gas. TotalEnergies informó que no tiene ninguna intención de participar en la subasta y Chevron no respondió a nuestra solicitud de comentarios. Otras de las mayores productoras de petróleo también se negaron a hacer comentarios.
La subasta enfatiza la doble moral que han denunciado muchos dirigentes políticos del continente africano: ¿cómo es posible que los países occidentales, cuya prosperidad se basó en los combustibles fósiles que emiten gases ponzoñosos y provocan el calentamiento del planeta, le exijan a África renunciar a sus reservas de carbón, petróleo y gas a fin de proteger al resto del mundo?
Además, plantea la necesidad de responder una pregunta que hacen muchas comunidades cuya supervivencia se basa en la tala de árboles para venderlos o hacer fuego: si protegen reservas de carbono de valor incalculable para todo el mundo, ¿qué reciben a cambio?
“Quizá sea tiempo de crear igualdad de condiciones y recibir alguna compensación”, dijo Mpanu.
Lo que no se sabrá es cuál es la magnitud de la compensación en juego para la República Democrática del Congo hasta que se realicen estudios sísmicos, un proceso que ya de por sí es muy destructivo, según los científicos.
En mayo, Didier Budimbu, ministro de Hidrocarburos, señaló que ese país, que en la actualidad produce aproximadamente 25 mil barriles de petróleo al día, podría producir hasta un millón de barriles. Al precio actual, equivaldría a US$32 mil millones al año, más de la mitad del producto interno bruto de la República Democrática del Congo.
Mpanu citó la Amazonía como ejemplo de las medidas que deben tomar las naciones que tienen recursos naturales si los países más ricos no les ofrecen ninguna compensación.
En 2007, Rafael Correa, que en esa época era el presidente de Ecuador, estableció un fideicomiso para recibir financiamiento de la comunidad internacional interesada en evitar que el país explorara un bloque petrolero ubicado en el Parque Nacional Yasuní, una de las regiones de mayor biodiversidad del mundo. El objetivo era recaudar unos US$3 mil 600 millones. Muchos años más tarde, solo había recaudado US$13 millones. Así que, en 2013, el gobierno decidió permitir la exploración petrolera. Las perforaciones arrancaron tres años más tarde.
“No nos gustan las amenazas”, dijo Mpanu, en respuesta a la pregunta de si la subasta de su país solo era una táctica para atemorizar a los países y lograr que les ofrecieran más ayuda económica. “Nuestra actitud es muy humilde. Tenemos el derecho soberano de proceder”.
No obstante, algunos científicos opinan que proceder podría causar la destrucción de valiosos bosques y turberas, que constituyen una de las últimas líneas de defensa para un planeta que tiene dificultades para contener las crecientes temperaturas.
Los estudios sísmicos necesarios para identificar depósitos de petróleo requerirían abrir largos caminos a través del bosque y hacer estallar explosivos. Los desechos del proceso de producción del petróleo, que contienen sal y metales pesados, podrían alterar por completo el equilibrio salino del ecosistema de la cuenca del Congo, como ha ocurrido en la Amazonía. La construcción de caminos, necesaria para la industria petrolera, abriría áreas amplias de bosque con escasa población a la habitación humana, lo que provocaría un aumento en la explotación forestal.
También es probable que estas acciones vacíen y deshidraten las turberas, indicaron algunos expertos, lo que ocasionaría su descomposición y la liberación del carbono que tienen cautivo.
Si esto ocurriera, comentó Susan Page, profesora de Geografía física en la Universidad de Leicester en el Reino Unido, la enorme cantidad de carbono liberado con gran rapidez “podría operar como una especie de punto de inflexión para el clima global, de hecho”.
Mpanu indicó que las perforaciones podrían ser “quirúrgicas” y que las empresas podrían encontrar la manera de perforar en sentido diagonal para evitar tocar la turbera. Insistió en que cualquier medida adoptada respetará los compromisos globales para el clima y se concretará después de realizar extensos estudios de impacto ambiental y evaluar cómo se afectaría a las poblaciones locales.
Un equipo de Greenpeace realizó hace poco una consulta con personas que viven dentro de los bloques petroleros propuestos y afirmó que los habitantes se oponen a las perforaciones y organizarían marchas, según Wabiwa.
La decisión de permitir una mayor exploración se evaluó con detenimiento, indicaron los funcionarios de gobierno, aunque el tema parece ser motivo de cierto debate interno.
En marzo, Ève Bazaiba, ministra del Medioambiente de la República Democrática del Congo, le dijo a The New York Times que las autoridades estaban evaluando si era conveniente seguir adelante. “¿Debemos proteger la turbera porque es un sumidero de carbono, o deberíamos extraer petróleo para mejorar nuestra economía?”, planteó.
La semana pasada, dio a entender que había cierta disposición para suspender la subasta.
“Si existe una alternativa a la explotación petrolera, las conservaremos”, dijo, en referencia a las turberas.
Sin embargo, Mpanu señaló que su país ya ha hecho lo que le toca en cuanto al clima. Permite la minería de minerales y metales como el cobalto y el litio que son clave para la industria de las energías renovables, además de que planea desarrollar energía hidráulica.
“Formamos parte de la solución, pero esta solución también incluye que aprovechemos nuestros recursos petroleros”, sentenció.