Revista D

“Hay una idea errónea de la Matemática”

En la lógica de los números existe un mundo de posibilidades creativas.

Pedro Fernando Morales Almazán en sus cátedras en la Universidad de Texas, Austin.

Pedro Fernando Morales Almazán en sus cátedras en la Universidad de Texas, Austin.

Detrás de complejas ecuaciones matemáticas, Pedro Fernando Morales Almazán (1986) ha descubierto que el reto de resolver problemas significa ir más allá de la lógica y entrar en un espacio creativo.
El guatemalteco culminó un doctorado en esta ciencia y trabaja como investigador y catedrático en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos.

Su interés por la Matemática surgió en su adolescencia cuando comenzó a participar en las Olimpiadas Nacionales de Ciencias, organizadas por las Universidades de San Carlos, del Valle y el Ministerio de Educación, evento que después lo lanzó a las ligas internacionales.

En la universidad estudió simultáneamente las carreras de Matemática Aplicada e Ingeniería Electrónica, en ambas se graduó con honores.

Moralez Almazán considera que la pasión por los números se puede cultivar si se cuenta con profesores que transmitan entusiasmo por esta materia, como fue su caso.

Es hijo único. Marta Isabel Almazán, su madre, es abogada y cursa el doctorado en Derecho. Su padre murió cuando tenía nueve años.

¿En qué colegio estudió?

Ya no existe, se llamaba Las Américas, quedaba en la zona 11 de la capital. Estudié desde la primaria hasta el bachillerato; fue una buena formación académica.

Su interés por la Matemática nació al participar en las Olimpiadas Nacionales de Ciencias en esta especialidad.

Sí, fue cuando estaba en básicos, quizá medio fortuito. Recuerdo que los martes al finalizar clases podíamos escoger entre varias actividades extra curriculares: computación, educación cívica y olimpiadas. Escogí esta para probar, no porque fuera algo que me atrajera. Estaba en 1o. básico, tenía 11 años, iba dos años adelante en el colegio. Fue así como principié a enfocarme en el área científica.

¿Ese evento despertó su interés por esta rama científica?

Fueron varias etapas, la primera fue cuando participé en el concurso a nivel nacional, pues me motivó mucho compartir con los compañeros del colegio; todavía era un nivel básico de cálculo. Entonces tuve un excelente profesor en esta materia, Dennis Ardón, quien definitivamente influyó mucho.

También me sirvió el aspecto competitivo que te obliga a ser más creativo, sobre todo con el tiempo, porque era una carga adicional a las tareas del colegio.

Usted describe en su página personal que en la lógica de los números también se encuentra la creatividad.

Lo descubrí cuando formé parte del equipo nacional en las olimpiadas internacionales, en 3º. básico. Los entrenamientos requerían recibir cursos extra en la Universidad del Valle de Guatemala (Uvg). Fue ahí cuando empecé a darme cuenta de la verdadera Matemática. Lo que uno aprende en el colegio es para hacer cálculos, la parte aburrida. Es como en vez de poder apreciar una pintura de Picasso tienes una pared pintada de rojo. No hay belleza ni creatividad detrás de eso.

En la licenciatura aprendí esa parte creativa e imaginativa.

Los niveles de matemática en la mayoría de escuelas en el país son bajos. A la mayoría de jóvenes no les gusta la materia. ¿A qué se lo atribuye?

Son varios factores, en Estados Unidos sucede lo mismo, por eso la gente sale con mate-fobia. No se debe solo al diseño curricular, de hecho el de Guatemala no es malo.

Creo que los maestros son determinantes. No tanto por el conocimiento sino por el entusiasmo que puedan transmitirle al alumno. Mi profesor en el colegio fue clave en mi intromisión en las matemáticas. Hay demasiado miedo, se da una idea errónea de lo que es, heredada por los maestros.

Entonces, ¿la mayoría de maestros está mal preparado?

Yo diría que sí. Es una cadena, pues no es solo culpa de ellos, que también aprendieron así.

Creo que los culpables somos los que sí tenemos ese entusiasmo y deberíamos hacer más por transmitirlo. Es una de las cosas que trato de hacer, ya que es difícil descubrirlo por uno mismo.

Comentarios como “otro día pasó y no he usado álgebra”, muestra el negativismo y ceguera a las oportunidades que puede abrir la Matemática.

¿Cuáles son esas posibilidades?

Abre muchas puertas, incluso en los ámbitos de tecnología estamos llegando al límite en cuanto a lo que nuestros sentidos nos permiten realizar: nanotecnología, microprocesadores, cosas que nuestros sentidos no pueden apreciar. Nuestra intuición personal de la realidad no nos sirve para hacer progresos. Una intuición matemática nos puede ayudar con estos avances, por ejemplo, el GPS (Sistema de Posicionamiento Global) no es una percepción de la realidad, sino una percepción matemática.

Al respecto, estoy escribiendo un libro que espero terminar este año, al que titularé Math ‘n life. Trato de tomar varias áreas científicas y determinar en qué ha servido esta ciencia para cada una.

¿Cómo aplica este conocimiento en su vida diaria?

La vida es un problema por resolver. Tenemos situaciones que enfrentamos y se trata de buscar salidas. Siempre me ha atraído esa parte de resolver problemas, lo que la gente cree imposible, es un reto personal para mostrar que sí se puede. Esto va paralelo con la investigación matemática, al final puede ser exitoso, a veces se resuelve otra cosa.

En la vida se empieza por un camino y se termina resolviendo algo distinto que no sabía que existía.

Uno pensaría que la Matemática es muy rígida y cuadrada, pero el inconsciente ayuda a resolver problemas.

Recuerdo que de regreso de una olimpiada estaba jugando baloncesto cuando se me ocurrió la solución de un problema que venía en el examen; no estaba pensando en eso, es decir, el inconsciente influye mucho en el progreso de la ciencia. Uno pensaría que todo es lógico. Hasta cierto punto es como desordenado, pero al final conduce a un orden extraño.

¿A qué área de investigación se dedica actualmente?

Se relaciona con la Física Cuántica, trato de ver los modelos matemáticos o las herramientas que los físicos usan. Tiene que ver con geometría y cómo, por ejemplo, la forma de las partículas subatómicas y su comportamiento.También trato de describir qué es el espacio vacío.

¿Qué otros intereses cultiva?

Me gustan muchas cosas y creo que es un problema. Me gusta la música, toco guitarra y algo de piano, ahora intento aprender con las percusiones. Trato de hacer sonidos con la computadora. De hecho, hace poco encontré una relación entre armar un cubo de Rubik, donde relaciono colores con notas musicales; al resolver el cubo los colores cambian con las notas.

Me gusta programar. Por ejemplo, en redes sociales, analizo patrones en conversaciones en Facebook y Twitter.

¿Hacia dónde se proyecta?

Siento que no estoy tan atado hacia dónde ir, sino qué es lo que quiero hacer. Tengo planes con varios amigos de dar más a Guatemala y tratar de desarrollar la ciencia.

Personalmente, busco divulgar lo que en realidad es la Matemática. El año pasado organicé una conferencia virtual de matemáticos y físicos a nivel universitario. Continúo la de este año, para tratar de incentivar a la gente para que estudie carreras científicas.

No son profesiones que solo sirvan para dar clases, necesitamos más gente interesada en la ciencia, no que tengamos ese efecto de arrastre que solo postergará este lastre. Lo más importante es que no se necesita equipo ni laboratorios para hacerlo, solo el entusiasmo. Es para aprovechar en Guatemala.

¿Ha pensado en apoyar el programa de Olimpiadas en el país?

Desde que me fui de Guatemala —hace ocho años— he tratado de estar en contacto. No en las nacionales, pero sí en las internacionales, donde Guatemala también participa. De hecho, fui entrenador. El mayor problema es que no hay institucionalidad, no hay quien coordine en forma permanente el programa, tampoco hay financiamiento estable.

He considerado que una solución perfecta sería una institución de investigación, con gente especializada en este campo, impartiendo clases para talentos nacionales. Convendría muchísimo al país.

Perfil 

Profesor y conferencista de la University of Texas at Austin, Estados Unidos (2013 a la fecha).

Su campo de investigación comprende las funciones Zeta, Geometría Diferencial, aplicaciones a teoría cuántica de campos y teoría de números.

Doctorado en Matemáticas, Baylor University, Waco, Texas (2008-2012).

Ingeniería electrónica, Universidad de San Carlos de Guatemala, (2003-2008).

Licenciatura en Matemática aplicada, Usac (2003-2006).

Premios recibidos: Magna Cum Laude 2006, premio a la Excelencia académica (2007).

Medalla de bronce en las Olimpiadas Iberoamericanas de Matemáticas en el 2002 y 2003.

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