El Acatenango Valley, por ejemplo, se produce a unos dos mil metros de altura. El suelo arenoso lleno de minerales enriquecido por la cercanía del volcán de Fuego contribuye a convertirlo aún en más propicio para cosecharlo.
Curiosamente la cadena de 34 volcanes del país corren paralelos a la franja cafetalera que se beneficia mucho de los minerales y de los microclimas.
El café tipo Antigua se produce en un hermoso valle rodeado por tres volcanes, el de Acatenango, Fuego y Agua. La piedra pómez del terreno retiene la humedad que necesita la planta. Su sabor es particularmente dulce.
A diferencia del café Antigua, el Tradicional Atitlán “tiene una pronunciada acidez cítrica”. Las plantaciones crecen en las faldas de los volcanes que rodean el Lago de Atitlán.
El clima nublado y lluvioso de Cobán y sus suelos calizos son el secreto del Rainforest Cobán, un café con un cuerpo muy fino y un aroma agradable.
El volcán de Pacaya ayuda a enriquecer los suelos con las delicadas capas de ceniza que lanza sobre el municipio de Fraijanes, ideales para el Fraijanes Plateau.
Los vientos cálidos que llegan desde las planicies de Tehuantepec, en México, hasta las montañas de Huehuetenango, permiten que este café de acidez intensa y “agradables notas avinatadas”, según el Green boook o Libro verde, una guía para principiantes que quieren conocer algo más de las particularidades de este grano.
La más cálida de todas las regiones en donde se produce el café es la de San Marcos con sabor a “delicadas notas florales, acidez pronunciada y buen cuerpo”. Esa región tiene como particularidad que ahí las lluvias llegan antes que a otras partes del país y por lo tanto la floración se produce antes.
Finalmente está la más reciente de todas las categorías, la New Oriente. El terreno en donde se produce se ubica en lo que “alguna vez fue una sierra volcánica”, en el departamento de Chiquimula, según el Green book, y esa condición hace que el suelo sea rico en minerales. Su característica es su delicioso sabor achocolatado.